sábado, 15 de enero de 2011

Una copa de menos…


Algunos dicen: El que yo beba unas copas a nadie perjudico… el único afectado soy yo, y por lo tanto, como no le hago mal a nadie, (¿?) puedo beber. Y siguen alegando: Lo que sí es malo,  es robar y matar, ¡eso sí que es malo!…

Los tales quieren borrar de la memoria el daño que hacen a la familia y el que pueden hacer si conducen ebrios…

Con este artículo sólo queremos resaltar los excesos, ya que todo lo creado por Dios es bueno, pero los abusos son malos.

De todos es bien conocido como el Señor, los discípulos y la virgen María, estuvieron en una boda y faltando el vino, Cristo, que no era un santurrón, transformó el agua en vino para que la fiesta siguiera.

El Evangelio nos enseña a ser moderados con todo, y para serlo, hemos de ser siempre dueños de sí mismos. Y para eso hemos de llevar una copa menos…Que, ¿dónde está el límite? La palabra de Dios nos da la regla de oro a seguir. Ella nos aconseja diciendo: Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. (1 Corintios 6. 12) Por dos veces se nos dice que todas las cosas son lícitas, de modo que TODO es bueno, PERO hay una frontera que tenemos que respetar y no sobrepasar, y es que: no todas las cosas convienen, sobre todo cuando me dominan.

En todos los medios de comunicación se ha anunciado, hasta la saciedad, lo peligroso que es el alcohol, sobre todo, cuando se conduce. ¡Cuántos mueren en accidentes por culpa de la bebida! ¿Cuántos hogares deshechos y carreras truncadas. Cuánta desidia, pobreza y desgracia por culpa de la bebida, y cuánto gasto para la nación!

¿Quién puede negar que la dipsomanía o alcoholismo es un claro síntoma del pecado? Pero la palabra pecado no gusta y por todos los medios tratamos de esconder al beodo llamándole enfermo y no borracho… con todo, la Palabra de Dios denuncia tal desenfreno, y creo que Dios sepa lo que dice, cuando los acusa señalando: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación… envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Y S.Pablo nos vuelve a decir en otro lugar: No os engañéis… los borrachos… no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5. 19 y1 Corintios 6. 9-10)

Amado lector, si estás enganchado con la bebida o en cualquier otro exceso, sólo te queda un camino a seguir: Arrepentirte de tus pecados, -y entre ellos el de la embriaguez- y pedirle a Dios, por medio de Jesucristo, que te perdone y que te dé la voluntad y las fuerzas necesarias para poder vencer dicha  dependencia.

Estoy bien seguro que si lo haces te escuchará, y te librará de tan férreo yugo. ¿Sabes por qué? ¡Porque tienes Su promesa! Él ha dicho: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Y sigue diciendo: Porque TODO AQUEL que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. (S.Mateo 7. 7-8)

Cristo dijo: El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres… a pregonar libertad a los cautivos… -a los dependientes de vicios- Y también prometió: Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (S.Lucas 4. 16-21 y S. Juan 8. 36) ¡Pruébalo y sabrás que es cierto! ¡Vale la pena intentarlo!

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