domingo, 30 de enero de 2011

Un divorcio peligroso

Años atrás, el pronunciar la palabra divorcio, alarmaba, a pesar de haber numerosos matrimonios rotos, y muchísimos de ellos sólo se mantenían para guardar las apariencias. Pero ahora que ya pueden divorciarse legalmente, -aunque no ante Dios- las separaciones se están suprimiendo en nuestro país cristiano, por otra moda: La de juntarse. Pues ya son más los que siguen dicho método que los que se casan, según las estadísticas.

Antes, el divorcio no estaba autorizado y cuando se rompía el matrimonio, se veían forzados a vivir con su nueva pareja sin poder legalizar su nuevo estado, mientras su cónyuge viviera; pero ahora que sí pueden, no quieren, pero viven juntos, y están empadronados como solteros. ¡Menudo escándalo! ¿He dicho escándalo? Pero, ¿para quién?

Hoy todo lo vemos normal, pero eso no quiere decir que Dios esté de acuerdo. Es posible que los avanzados nos critiquen de retrógrados y de retrasados mentales pero, dichas personas se olvidan que Cristo dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. (S.Marcos 10. 11-12)

Pero del divorcio peligroso al cual me quiero referir, es aquel que, continuamente se comete contra Dios, pues cada vez estamos más separados de Él. Si el divorcio de una pareja viene por el desacuerdo de una o de ambas partes; la ruptura con Dios nos llega por no querer sujetarnos a su Palabra, ya que queremos vivir a nuestro aire. Hemos marginado a Dios de nuestra vida, haciendo todo lo que se nos antoja sin contar con Él para nada, como si nunca tuviéramos que rendirle cuentas. Así de real es nuestro divorcio con Dios.
Si, a los actos religiosos acudimos por compromiso, ¿cómo vamos a pensar leer la Biblia diariamente?, pues su lectura nos parece aburrida y cargante. Así somos de desagradecidos con Aquel que le debemos la vida.

Si para alimentarnos, comemos tres veces al día, ¿por qué no hacemos lo mismo para nutrir nuestra alma? El divorcio con Dios se parece a las ganas de comer que, cuanto menos se come, menos apetito se tiene.

Ha pesar de vivir en un mundo corrompido por el pecado, con todo hemos de reconocer, que da gusto y es precioso ver a un matrimonio bien avenido, con unos hijos saludables, viviendo juntos y en armonía en un auténtico hogar. Los unos trabajando, los otros estudiando, pero todos deseando llegar al hogar donde se sienten cómodos.

De la misma manera, todo el que cree y acepta al Señor como Salvador, lo pasa muy bien en Su compañía y en comunión con Él por medio de la oración. También nos sentimos muy felices con todas aquellas personas que tenemos el mismo Padre y el mismo Hogar.

Querido lector, el Señor te ama y no quiere que te divorcies de Él: Porque Yahvé Dios… ha dicho que Él aborrece el repudio… y: Porque de tal manera amó Dios al mundo, a ti y a mí, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Malaquías 2. 16 y S.Juan 3. 16)

Aún estás a tiempo de rehacer tu vínculo o alianza con el Señor, Deja de darle las espaldas y arrepiéntete, y vuelve cual hijo pródigo a la casa del Padre. Si lo haces, podrás escuchar: …hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse. (S.Lucas 15. 23-24)

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