domingo, 16 de enero de 2011

La noche y el día

Hay personas que les gusta más la noche que el día… que ¿quiénes son? Pues todas aquellas que el manto de las tinieblas les favorece para hacer sus fechorías y ¿sabes por qué?: Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (S.Juan 3. 20) ¿Comprendes?

Cuando se vive sin la Luz del Evangelio y además se rechaza, sucede que el alma de tal persona, se llena de tinieblas, sencillamente: Porque, ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?.
(2  Corintios 6. 14) Ya que, donde hay luz, no puede haber tinieblas y a donde están las tinieblas, es porque allí, no hay luz. Las dos, es imposible que puedan estar juntas.

Entiendo que hay grados de oscuridad, pues no es lo mismo cuando oscurece que cuando se cierra la noche. Del mismo modo, y a la misma medida, conforme vamos envejeciendo, si no hemos aceptado y creído en la LUZ, que es Cristo, las tinieblas son más densas y se van apoderando de la persona, como bien nos amonestan las Sagradas Escrituras; ellas nos dicen: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento. (Eclesiastés12. 1)

¿Por qué? Porque cuanto más oscura es la noche en nuestra alma, más difícil o imposible será obtener la LUZ de la salvación.

 No ha sido la casualidad la que ha hecho que te llegue este sencillo y humilde mensaje a tus ojos. Dios lo ha permitido para que puedas otear la LUZ, para que te conviertas de las tinieblas a la LUZ, de la potestad de Satanás a Dios; para que recibas por la fe en Cristo, perdón de pecados y herencia con los santificados. (Hechos 26. 18)

Quizá piense el amado lector que estoy exagerando demasiado… Pero mi intención no es aumentar ni disminuir la realidad, por lo que te propongo, a que te hagas la siguiente pregunta, y te la respondas con honradez y seriedad: ¿Qué sabes sobre la eternidad? O dicho de otra modo: ¿Tienes seguridad que al morir irás al cielo con Cristo? ¿A dónde te diriges?

Si tu contestación ha sido un encoger de hombros, eso quiere decir que, sobre este asunto, tan vital, no sabes nada, y es, porque estás en tinieblas… Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? (S.Mateo 6. 23) Es decir, que si lo que sabes de la eternidad y sobre tu salvación sólo son tinieblas, ¡figúrate lo terrible que deben ser las mismas tinieblas! O sea, el infierno, donde no cabe la esperanza de ver la LUZ; pues: Allí será el lloro y el crujir de dientes. (S.Mateo 8. 12)

A pesar que es cierto que la LUZ en las tinieblas resplandece, (S. Juan 1. 5), también es verdad, que resplandece más, cuando los objetos que alumbramos son claros, como por ejemplo: Cuando conducimos en una noche lluviosa, ¿qué sucede con nuestros potentes faros alógenos?, que apenas alumbran, ya que el negro del alquitrán aumentó y absorbió, con la lluvia, la luz… Así nos pasa a nosotros con la lluvia de tantas cosas… ennegrecen nuestra alma, de tal modo que la LUZ. casi no puede penetrar en nuestro interior… Pero Cristo dijo: Yo, la LUZ, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en MÍ no permanezca en tinieblas. Yo soy la LUZ del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas… (S. Juan 12. 46 y 8. 12)

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