domingo, 16 de enero de 2011

Temblores y temores

¡Cuánta ruina acarrean las guerras y los terremotos! Debe ser muy triste perder la casa y enseres que costaron sudor y sangre durante toda una vida y de la noche a la mañana, ¡zas!, todo perdido y, para colmo de males, también seres queridos, muertos o desaparecidos…

Las guerras son causadas por nuestra culpa, pero, ¿y los terremotos, qué podemos decir? Pareciera como si la naturaleza se rebelara contra tanta maldad. Ya el Señor profetizó diciendo: Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.   (S.Mateo 24. 7-8)

Tamaños sucesos nos espantan y hasta nos conmueven; pero de una manera o de otra, todos morimos, bien de enfermedad o de accidente, unos antes y otros después… y es que, realmente la vida es corta, y somos pocas las personas que nos preparamos para la eternidad. ¡Eso sí que es un suicidio en masa!, pero sí sabemos poner el grito al cielo por una aeronave, que al despegar se incendia y murieran más de ciento cincuenta personas… sin tener en cuenta que, cada fin de semana, en las carreteras españolas, mueren muchos más, como también cada día son muchísimas las que fallecen por distintas enfermedades… y no alzamos la voz… cuando, sobre nuestra salvación presente y eterna, de eso, no queremos saber nada. ¡Eso sí que es un suicidio espiritual y sin retorno!

La Biblia no habla mucho de terremotos, sin embargo sí dice de algunos muy reveladores:

Uno de ellos fue cuando Dios le dio a Moisés las Tablas de la Ley: Todo el monte de Sinaí humeaba, porque Yahvé había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. …Todo  el pueblo observaba el estruendo… y viéndolo el pueblo, temblaron y se pusieron lejos… (Éxodo 19. 18 y 20. 18) Con tan aterradora manera de manifestar Dios Su voluntad en los Diez Mandamientos y el miedo que el pueblo tuvo, con todo, ni ellos ni nosotros; o sea: ni tú ni yo hemos podido guardar ni uno de dichos mandamientos. Y con todo, ¡sigues sin arreglar las cuentas con Dios! ¿Cuándo piensas hacerlo, cuándo ya sea demasiado tarde?

También hubo otro terremoto cuando Cristo expiró en la cruz por tomar tu lugar y el mío…El Evangelio dice: Y he aquí el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló y las rocas se partieron. (S.Mateo 27. 51) con tantas personas que vieron la crucifixión, solamente unos romanos creyeron que Jesús era el Hijo de Dios: El centurión y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. (S.Mateo 27. 54)

Hoy, después de muchos siglos, todos conocen la historia, pero, ¿quién la cree? ¿Cuántos terremotos y tragedias tendremos necesidad de pasar para poder creer?

A los pocos días, volvió a ver otro terremoto, y fue para anunciar la Resurrección de Cristo. ¡Aleluya! Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra… (S.Mateo 28. 2) y como leíamos al principio, Cristo anunció que habrían terremotos en diferentes lugares… y con ellos, como es natural, destrucción y muerte… Amado lector: ¿No es para temblar?

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