domingo, 30 de enero de 2011

¿Dónde está tu fe y confianza?

Son muchos los pobres que ven muy justo que Jesús dijera: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. S.Lucas 18. 24-25, porque piensan, que al ser ellos pobres, el cielo lo tienen ganado, ya que los ricos no pueden tener dos cielos: Uno aquí en la tierra y otro en la gloria. Amado lector, ¿es esa tu fe y tu esperanza? ¡Menudo error! (Cuando por la noche cerraban las puertas de la ciudad, si algún agricultor con su camello quedaba fuera, sólo le abrían la puerta pequeña o aguja y el camello entraba con dificultad) Así son los que confían en las riquezas.

Ante todo, he de aclarar que la salvación no se logra por ser pobre, ni se pierde por ser rico; esto es harina de otro costal. Es cierto que Jesús lo dijo y que hasta los discípulos se espantaron de sus palabras; pero Jesús respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! S.Marcos 10. 24. De modo que el obstáculo no son las riquezas, sino confiar en ellas para salvarte: O sea, creer que, haciendo muchas y generosas limosnas, o pagando misas, etc, tendrías el derecho de ganar el cielo y la vida eterna. ¡Eso sería confiar en las riquezas y eso es lo que Jesús condena! Y como dijera S.Pedro: Tu dinero perezca contigo, porque has creído que el don de Dios se obtiene con dinero. Hechos 8. 20.

También se corre el peligro de creer que por el solo hecho de ser pobre ya se tiene asegurada la entrada al cielo. ¡No, amigo! La salvación la ganó Cristo para nosotros por medio de su muerte en la cruz y su derramamiento de sangre, sin la cual no habría remisión o perdón de pecados, como bien escribió el apóstol: la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado. 1 S.Juan 1. 7.

Es cierto que la indigencia, en algunas personas, les ayudó a buscar refugio en Dios, ¡y lo encontraron!, cuando en este mundo lo tenían todo perdido, pero de eso a confiar y a creerse que ser pobre o estar enfermo, es igual a tener asegurado el cielo, hay un abismo.

No hace falta ser muy inteligente para saber que la salvación no se gana con limosnas, o con sacrificios, o por ser pobre, o por sufrir una larga y dolorosa enfermedad, etc, porque de ser así, por demás  fue que el Hijo de Dios se engendrara en la Virgen María y tomara nuestra humanidad, y en la plenitud de su vida, muriera en una cruz y derramara su preciosa sangre y resucitara al tercer día…¿Para qué si con ser pobre o sufrir una penosa enfermedad, etc, ya ganabas el cielo?

La salvación es algo muy serio. Tan serio, que ninguna persona, por sus méritos la merece ni la puede ganar; ya que para merecerla, no tendríamos que haber pecado nunca, y la Palabra de Dios nos dice: No hay justo ni aun uno, …No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno, …porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos (echados fuera) de la gloria de Dios. Romanos 3. 10, 12, 22 y 23. Quizás te preguntes lo mismo que los apóstoles: ¿Quién podrá ser salvo? Por nuestros esfuerzos, ¡nadie! pero lo que es imposible para los hombres por medio de la sangre derramada de Cristo, Dios lo ha hecho posible. S.Lucas 18. 26-27.

Dios lo ha hecho posible tanto para el pobre como para el rico, tanto para el sano como para el enfermo, porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. S.Juan 3. 16. Amiga, amigo, te pregunto: ¿Dónde tienes puesta tu fe y confianza? Deseo que la tengas en Cristo.

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