sábado, 22 de enero de 2011

Castigo y disciplina

 En toda educación que se precie, no puede faltar el castigo ni la disciplina, como tampoco el premio y el elogio, a fin de llevar a cabo una buena educación. Al muchacho y al niño  hay que enseñarlo y corregirlo cuando todavía hay tiempo, para que el día de mañana sepa conducirse educadamente y no como un animal guiado por sus instintos…

Si el educador, sea padre, tutor, profesor, etc., lo castiga o disciplina, mirando su bien, aunque al principio se enfade, con el tiempo lo agradecerá y lo reconocerá, a pesar que: ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella son disciplinados. (Hebreos 12. 11) Pero si la disciplina es rígida y el castigo severo y para colmo no fue pedagógico, sino que fue llevado por la ira y por el abuso de autoridad, entonces se consiguió todo lo contrario.

Generalmente los padres y los otros, muchas veces, disciplinan y castigan cuando están irritados, lo que resulta en una injusta y nociva enseñanza. Que, ¿por qué digo todo esto? Para que nos demos cuenta que esa ha sido la educación que hemos recibido, muchos de nosotros, y la que también damos. Porque, ¿quién no ha oído decir a un niño que se ha caído: Ves, si me hubieras hecho caso, Dios no te hubiera castigado? Presentado al niño a un Dios vengador…

Quiero decir, al amado lector, que Dios NUNCA nos disciplina por capricho, ni porque: como me las has hecho me las pagas… sino que SIEMPRE lo hace por amor y para nuestro bien: porque el Señor al que ama disciplina. (Hebreos 12. 11)

Este mundo en el que vivimos, está lleno de problemas, sinsabores, enfermedades, traiciones, muertes, etc., esa es la sociedad que nos hemos labrado. Y Dios lo permite para que nos volvamos a Él en busca del oportuno socorro. Porque cuando todo nos va bien y sin problemas, ¿quién se acuerda de Dios? Pero cuando se amontonan las dificultades y no hay manera de resolverlas, es entonces cuando empezamos a darnos cuenta que: la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (S.Lucas 12. 15) Ya que nuestra vida se puede esfumar como la: neblina que aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. (Santiago 4. 14). Son momentos cuando pensamos en el más allá… ¿Te ha pasado alguna vez?, ¿te arrepentiste? ¿Volviste de corazón a Dios?

Tan enraizado tenemos la idea que Dios nos castiga, así porque sí, que estamos convencidos que el trabajo es un castigo de Dios. Pero has de saber que antes que existiera el pecado, Dios puso al hombre en el huerto de Edén, para que LO LABRARA… (Génesis 2. 14) Lo que sí es un castigo, es no tener trabajo o no poder trabajar. Lo que Dios dijo al hombre cuando pecó fue: maldita será la tierra por AMOR de ti, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. (Génesis 3. 17) Así fue como nos disciplinó Dios: con amor, para que de nuevo volviéramos a Él. Yo volví. ¿Y tú?

Dios nos dice: tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero Éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de Su santidad. (Hebreos 12. 9-10) y Dios como buen Padre …es paciente con nosotros, NO QUERIENDO QUE NINGUNO PEREZCA, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 S.Pedro 3. 9) de manera que si te pierdes eternamente es, ¡porque tú quieres!.

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