sábado, 22 de enero de 2011

La sexualidad malsana

Es de pena y hasta resulta bochornoso cuando escuchamos sucias y morbosas conversaciones relacionadas con el sexo a personas mayores, cuando tendrían que ser modelos de sensatez y seriedad. (Hablo de los mayores, porque de los jóvenes, damos por sentado, que en un alto porcentaje, sus vidas giran alrededor de lo erótico, tanto en sus conversaciones, como en sus lecturas pornográficas, como en sus relaciones) Pero en las personas maduras, tanto en edad como en cultura, era de esperar más sensatez; pero la corrupción ha llegado a todos los estratos sociales y culturales, sin exceptuar edades…

A pesar que el refrán dice: Nadie escarmienta en pellejo ajeno, con todo, quiero llamar la atención del amado lector recordándole que, la desaparición de los grandes imperios, de tiempos pasados, las causas no fueron las guerras, sino la corrupción y la relajación moral… Porque ha de saber el amado lector que, cuando la inmoralidad atrapa a alguien, no se conforma con destrozar a esa persona, sino también su hogar, su familia y como postre, también se pierde la nación.

Podemos vivir como queramos y reírnos de todo, pero el lector no ha de olvidar que Dios sigue diciendo y denunciando el pecado de la sexualidad: No cometerás adulterio… No codiciarás la mujer de tu prójimo… No erréis; ni los fornicarios ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el reino de Dios. (Éxodo 20. 14 y 17; y 1ª Corintios 6. 9-10)

Todo aquel que quebrante lo dicho y avisado por el Señor, ha de saber que, más tarde o más temprano, tendrá que vérselas con Él, porque a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. (Hebreos 13. 4)  De modo que no te pases de listo, pues Dios nos sigue diciendo: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: Pues todo lo que el hombre sembrare, ESO también segará. Porque el que siembra para su carne, de su carne segará corrupción… (Gálatas 6. 7-8) y, para segar dichos frutos no hace falta morir y presentarte en el tribunal de Dios, porque los recogerás AQUÍ y AHORA, como también las secuelas de tu mal vivir, las cuales son bien amargas… ¡Cuántos disgustos conlleva la fornicación y el adulterio, lo mismo en novios como en casados!, y ¡cuántos matrimonios y hogares deshechos, como niños traumatizados y marcados por culpa de la morbosa sexualidad! ¡Cuántas enfermedades y muertes! ¡¡Piensa un poco!!

Es posible que te encuentres atrapado y mentalmente me des la razón, pero por otro lado, te ves sin fuerzas para salir del lodo en que estás y quizás pienses: ¡Quién pudiera empezar de nuevo!

Si este es tu caso, te digo: ¡No arrojes la toalla!, ¡todavía hay esperanza! Te puedo asegurar, por la autoridad que me da la Palabra de Dios, que aún hay remedio. Pero no con tus fuerzas. ¡Tú no puedes! Porque todo aquel que hace pecado, ESCLAVO ES del pecado, y el pecado, (en este caso, tu insana sexualidad) tiene que servir a su AMO por la fuerza, quieras o no; no te puedes negar, tienes que obedecerle: ¡Es tu jefe!.

Pero lo que tú no puedes hacer, Cristo lo hará por ti, si tú se lo pides. Porque Él ha dicho: Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (S.Juan 8. 33-35) Sí, amigo, has leído bien: ¡SERÁS VERDADERAMENTE LIBRE!, y para eso sólo tienes que pedírselo a Dios en el nombre de su Hijo. ¿Por qué no haces la prueba ahora? ¿Quieres ser libre de esa tiranía? ¡Pídeselo a Dios por Cristo!

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