sábado, 15 de enero de 2011

Ricos, llorad y aullad…


 
Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. (Santiago 5. 1) El dinero y la avaricia de abarcar, es tan latente en tantas personas, que parece como si en eso consistiera la vida. Es tanta su obsesión que no les importa como lograrlo con tal de ser rico. ¡Hay que conseguirlo! ¡El modo, no importa, el asunto es llegar¡.

No quiero dejar la triste impresión de dos extremos:
1º) Que alabo la ociosidad, y
2º) Que el dinero es malo.

1º) No alabo la ociosidad, porque Dios tampoco la quiere. Él nos dice: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma… el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. (2ª Tesalonicenses 3. 10 y Efesios 4, 28), y
2º) El dinero no es malo, pero …los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a las personas en destrucción y perdición; porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores. (1ª Timoteo 6. 10)

 Las personas le damos al dinero más valor del que realmente tiene, ya que no es cierto que con billetes se puedan abrir todas las puertas; algunas sí, ¡pero no todas!, y mucho menos las del cielo. De modo que no nos hagamos demasiadas ilusiones con las riquezas, porque: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas… (1ª Timoteo 6. 17)

El afán a las posesiones es una dulce trampa satánica con la que se pierde el precioso tiempo y también la eternidad con Dios y por desgracia, son muchas  las personas cazadas… El Señor Jesucristo, en la parábola del sembrador, dijo: Estos son los que fueron sembrados entre espinos: Los que oyen la palabra. Pero los afanes de este siglo, y el ENGAÑO de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra… (S.Marcos 4. 18-19)

El Señor, después de amonestar a un joven rico dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas. (S.Marcos 10. 23-24) Ya que las riquezas no pueden comprar el cielo: Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará por su alma? (S. Mateo 16. 26)

En su famoso Sermón del Monte, Jesús dijo: No podéis servir a Dios y a las riquezas…no os afanéis…mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. (Mateo 6. 25-34)

De modo que la salvación ha sido posible, porque Cristo por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que nosotros con su pobreza fuésemos enriquecidos. (2ª Corintios 8. 9) ¡Ese fue el costo de nuestra salvación: ¡LA MUERTE DEL HIJO DE DIOS! Es por eso que vale tanto. ¡No hay nada que podamos pagar para conseguirla! en cambio se nos regala… ¡Bendita paradoja! ¿Tú quieres recibirla? ¡Pídesela ahora a Dios en el nombre de Cristo y seguro la tendrás!

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