domingo, 30 de enero de 2011

¿Qué de la evolución?

Según la teoría de la evolución, las personas tuvimos nuestro principio en el agua como un renacuajo y con el tiempo y por muchas transformaciones llegamos a nuestros antepasados los monos y después llegamos nosotros. Con dichas hipótesis quieren demostrar lo indemostrable: 1º.) Que no somos creación de Dios, y 2º.) Que si del renacuajo evolucionamos hasta llegar a las personas, pronto llegaremos al hombre eterno en la tierra.

Antes de ver lo que dice la Biblia sobre la evolución, quiero coger unas citas de la Gran Enciclopedia Larousse, la cual declara lo que sigue: El hecho de la evolución está establecido con un rigor suficiente, pero su mecanismo es aún hipotético. Entre las diversas hipótesis que se han propuesto destacan el lamarckismo, o influencia del medio; el darvinismo, o selección natural; el mutacionismo y el neodarvinismo. Ninguna de estas hipótesis da una explicación definitiva de las transformaciones de las plantas y de los animales; todas ellas pueden sufrir severas críticas y dejan sin solución innumerables problemas… …la ausencia de hechos concretos, de pruebas documentales y de un método científico les confiere sólo un carácter especulativo…

Así es como realmente queda la teoría de la evolución: Sólo en teorías e hipótesis, problemas sin solución, ausencia de hechos y pruebas concretas, ni de un método científico, etc, sólo hay pura especulación. En dichas bases se apoyan los científicos para probarnos la evolución. (¿?)

Si al amado lector le dijera, que el reloj que lleva en su muñeca se hizo solo, que no hubo nadie detrás, quizá me dijera que yo estaba tonto o loco, y tendría razón. ¿Pero sí puedes creer que las personas, animales, plan tas, montañas y mares se hicieron por casualidad?

Con todo, acepto el hecho evolutivo, pero de eso a que de algo muy primitivo de vida, y a fuerza de transformaciones se llegó al hombre, es demasiado. Además no hace falta ser demasiado inteligente para comprender que si los monos son nuestros parientes más cercanos, monos hay en el mundo para que sigan evolucionando y transformándose en personas…O que hagan trasplantes de órganos de un mono a personas, ni de su sangre se han hecho trasfusiones, si de verdad venimos del mono.

Se han hecho y se hacen muchos experimentos con los monos, pero no han conseguido que digan ni tan siquiera mamá. En cambio los periquitos y los loros que no tienen labios pueden articular palabras audibles. Cómo se ríe Dios de los sabios de este mundo, los cuales no quieren reconocer por su orgullo que: …lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. (1 Corintios 1. 25)

Por nuestra maldad vamos de mal a peor (2 Timoteo 3. 13) y no de peor a mejor, como intentan decirnos los evolucionistas, creando una falsa esperanza. Sólo tenemos que hurgar en nuestro interior para darnos cuenta de lo podridos que estamos. Esa es la causa por la que padecemos depresiones y miedos.

Amado lector, mi espacio se acaba, pero antes quiero decirte que, ahora que puedes, te arrepientas de tus pecados y vengas a …tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento. (Eclesiastés 12. 1) Si quieres hallar la paz y la felicidad aquí y para la eternidad, acepta a Cristo como tu Creador y Salvador, pues él dijo: Mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (S.Juan 14. 27) Ven ahora a tu Creador.

El corazón es más que un músculo

          Todos sabemos que nuestro corazón es el motor y regulador de la circulación sanguínea, y  en él se encuentran unas válvulas que hacen impulsar la sangre  a través de todo nuestro organismo. No es necesario decir que, cuando deja de latir, la persona deja de vivir. Pero según la palabra de Dios, en el corazón anidan más cosas que no son tan físicas ni materiales.

A riesgo que el amado lector me tilde de fanático o retrógrado, con todo, le digo lo mismo que dijo Pascal que: Il coeur à ses raisons que la raison ne connait point. (El corazón tiene razones que la razón no conoce). Al Señor le preguntaron: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. (S. Marcos 12. 28-30), y pienso me daréis la razón si afirmo que el Señor no se estaba refiriendo a la función mecánica de dicha víscera que bombea nuestra sangre, sino de esa otra labor que también hace el corazón, y que científicamente no podemos tocar, pesar ni medir, pero que en él están nuestras emociones y sentimientos.

Tampoco podemos tocar, pesar ni medir, la mente, ni el alma, porque son fuerzas interiores que nada tienen que ver con nuestro físico y sí  con nuestro ser íntimo.

Está claro que el Señor dio mucha importancia al corazón de las emociones y sentimientos, y por medio del profeta dijo: engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. (Jeremías 17. 9-10) Y por medio de otro profeta dijo: …¡gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana… (Isaías 1. 4-6)

Cristo: decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones… Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. (S.Mar cos 7. 20-23) También declaró: Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón. (S. Mateo 5. 28) ¿Sabes por qué muchas personas blasfeman?: Porque de la abundancia del corazón habla la boca, (S. Mateo 12. 34) pero Cristo no quiere que se pierdan y les dice: Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (S. Mateo 5. 8)

Tenemos que confesar que somos unos miserables pecadores y nada podemos hacer para mejorar, pero Dios desea nuestro arrepentimiento y nos anima diciéndonos: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10. 8-10)

Lector amado, el corazón es mucho más que un músculo. ¡No seas tardo de corazón para creer lo que la palabra de Dios te dice! Puedes llegar tarde.



Ni fatalidad ni casualidad

Son muchas las personas que cuando sufren un accidente, son consoladas diciéndole: Era tu destino; dando por  sentado que eso tenía que ocurrir a esa hora, en ese día y en ese lugar. Tal creencia está muy arraigada en la sociedad. Pero todo eso es pura superstición, y como tal está muy lejos de ser real o de ser verdad, por lo tanto, no nos dejemos engañar.

Sé que muchas personas dicen la frase: era su destino, con el fin de calmar al amigo que está inquieto, culpándose por algo, que según él, pudo evitar, si hubiera agotado todos los recursos al alcance de su mano, pudiendo así impedir el final trágico que tuvo su hijo o el de su esposa, etc. Es entonces cuando el amigo le dice: No te martirices, era su destino. Intentando demostrar que todo esfuerzo hubieran sido inútil.

Como quiera que el tema es amplio y nuestro espacio es reducido, me limitaré a analizar las decisiones que nosotros hemos de tomar, y no la fatalidad ni la casualidad.

El lector ha de saber que nuestra vida como nuestro futuro material y espiritual no dependen del azar ni del destino. Nuestro futuro eterno puede ser feliz o infeliz, pero dependerá de la acertada o desafortunada elección que hagamos; ya que sin duda alguna, sólo depende de nosotros y no del destino, ni de la fatalidad, ni de la casualidad. Los culpables de nuestro designio eterno, somos nosotros. No acusemos al Diablo ni tampoco a Dios. Estudiemos algo de ambos:

EL DIABLO. Si el amado lector se viera en el infierno, (deseo y espero que no) no sería por culpa del Diablo ni del destino, sino porque tú y sólo tú, así lo quisiste. Porque el derecho de elegir tu futuro es sólo tuyo y NADIE te lo puede arrebatar, ni tan siquiera Satanás. El atormentado gadareno, poseído por unos dos mil demonios, éstos, no pudieron evitar que fuera a Jesús, le adorara y se salvara, ya que sólo la persona es la que tiene la capacidad de decidir lo que quiere para su alma y su futuro eterno.

DIOS. Según consta en su Palabra, nos hizo a Su imagen, conforme a Su semejanza, (Génesis 1. 26-27) y en virtud y por dicha semejanza, nos dio libre albedrío y una voluntad propia, con la cual podemos obedecer a Dios, desobedecerle, bendecidle o maldecidle, si queremos.  ¡Somos dueños de nosotros mismos! Es cierto que con la entrada del pecado en el mundo, nuestra inclinación es hacia el mal, y por lo tanto, somos esclavos del pecado al cual obedecemos; pero con todo, nosotros tenemos la última palabra, pudiendo deshacernos de él, si así lo deseamos y se lo pedimos a Dios, porque: si vosotros permaneciereis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. …De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. …Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (S.Juan 8. 31-36)

Es evidente y queda claro, que no es cierto que unos nacen destinados para el infierno mientras otros llevan la estrella del cielo. La prueba más indiscutible la tenemos en que Dios mandó a su Hijo para salvar a todo el mundo, como lo demuestran los versos siguientes: Dios:  …quiere que TODOS los hombres sean salvos. (1 Timoteo 2. 4) Porque de tal manera amó Dios al mundo, (no a unos sí y a otros no) que ha dado a su Hijo unigénito, para que TODO aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. (S.Juan 3. 16-17)

De modo que tu futuro eterno sólo depende de ti. ¡Tú eres quien eliges tu destino y a nadie puedes culpar!

¿Con qué metro te mides?

El tercero de mis hijos, sólo tenía cinco años cuando me dijo muy serio y convencido: Papá, mido tres metros. Divertido por su ingenua afirmación le dije: Vaya, vaya, lo grande que eres; pero, ¿con cual metro te has medido? Y él, ignorante de lo que es un metro, me enseñó una varita y me dijo: Con éste. Era un palito de unos 25 centímetros y con dicho metro se había medido…

Según “ese” metro, él medía tres metros, pero según el metro que todos conocemos, no llegaba al metro. De forma parecida, nosotros calculamos nuestro pecado: ¡Con nuestro metro!, olvidando que el día que seamos juzgados será ¡¡con el metro de Dios!!

Cuando hablamos de una persona, solemos dar nuestro veredicto diciendo: Fulana es buena o mala persona. Pero, ¿de dónde hemos sacado el patrón, molde o modelo para saber evaluar con justicia a dicha persona? Sin darnos cuenta, la estamos comparando con nosotros. Nosotros somos el punto de referencia. Es seguro que lo hacemos instintivamente cegados por nuestra exagerada estimación que tenemos de nosotros mismos.

La cruda realidad es que ni tú ni yo podemos ofrecernos como prototipos ni como modelos de santidad ante este mundo y mucho menos ante Dios. Sé que los hay peores que nosotros, pero también los hay mejores. Entonces, ¿a quién elegiremos como modelo que pueda darnos la talla? Estoy seguro que nadie de este mundo ha podido ni puede llenar estos requisitos. Que, ¿cómo estoy tan seguro? Porque sólo Dios tiene la medida exacta para sopesarnos, y dicha medida son sus diez mandamientos de la ley, los cuales ningún mortal ha logrado cumplirlos. Dios nos dice: No hay justo, ni aun uno… Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles… no hay diferencia, por cuanto TODOS pecaron, y están destituidos echados fuera de la gloria de Dios. (Romanos 3. 10 a 23)

Como ejemplo veamos uno de esos mandamientos: No cometerás adulterio. (Éxodo 20. 14) Todos nosotros tenemos conocimiento del mandamiento, pero, ¿qué valor le damos a dicho precepto del Señor? A juzgar por nuestra manera de vivir me temo que ninguno. Desgraciadamente tenemos más miedo a los humanos que al juicio de Dios. Es terrible, pero así es. Y es, porque el pecado ha creado una barrera tan grande entre Dios y la persona, que ésta se ha endurecido. 

Es del dominio público que un tanto por ciento elevadísimo de las parejas de novios están fornicando, es decir, están teniendo relaciones sexuales. Para Dios, esto es un grave pecado, pero a los padres sólo les preocupa que su hija venga embarazada y no que esté fornicando. Quizás te digas: ¡Que disfruten, pero que no venga preñada! Si es así, yo te pregunto: ¿Qué metro o patrón estás usando, el de la indiferencia? ¿Dónde está tu moral? ¿Dónde está fe? ¿Qué clase de cristianismo tienes?

Has de saber que Dios no cambia y sigue diciendo: No cometerás adulterio. Como también en (Hebreos 13. 4) Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; sin mancha; pero a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios. Y en (S.Mateo 5. 27-28) en el Sermón del Monte dijo: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

¿Por qué te detienes? ¡Ven a Dios, y arrepentido pídele el perdón de tus pecados por medio del Señor Jesús! Amén.

¿Por qué y para qué vino Cristo?

Quizá el lector se halla preguntado alguna vez: ¿Por qué tuvo que nacer, vivir y morir en una cruz Cristo, y en aquella época y no en esta? Hay muchas buenas razones por las que el Hijo de Dios hizo su aparición en este mundo en aquella ocasión, y te puedo asegurar que no fue un capricho de Dios, ni tampoco la casualidad, ya que en este mundo se tenían que dar ciertos requisitos y hechos los cuales prepararían el ambiente y el escenario para que naciera.

Así que no es de extrañar que naciera en ese tiempo y no en el nuestro, pues la Biblia dice: Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, (Gálatas 4. 4) porque: cuando el pecado abundó, sobreabundó la Gracia, (Romanos 5. 20)  para así podernos redimir del pecado. Fue por eso que, nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, (S. Lucas 1. 69)  y todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo. (S. Mateo 1. 22-23). Fue en esa época que los romanos dominaban casi todo el mundo conocido, y Palestina estaba bajo su dominio y autoridad.

El castigo que los romanos aplicaban a los ladrones y criminales era la muerte en cruz, donde el reo expiraba poco a poco por la continua pérdida de sangre. Esta fue la pena que adjudicaron al Señor Jesús: ¡La cruz!, donde derramó hasta la última gota de su sangre, pues uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. (S.Juan 19. 34), es decir: Salió aguaza con sangre, ya que sin derramamiento de sangre no se hace remisión. No hay perdón. (Hebreos 9. 22)

Fue por eso que Cristo tuvo que derramar su preciosa sangre para que cual Cordero divino, pudiera pagar y limpiarnos del pecado. No era suficiente morir, también tenía que derramar su sangre, y para eso, ¿qué mejor muerte que la cruz? Hoy no se estila como pena capital en ningún país ni estado del mundo, por lo tanto Cristo no podía haber nacido, vivido y muerto en nuestro tiempo, entre otras muchas razones.

Ahora, en breve y con la ayuda del Señor, quiero mostrarte la vital importancia del derramamiento de la sangre del Hijo de Dios. Tú sabes que en el Antiguo Testamento se mataban en el templo animales para la expiación de los pecados; pues bien, Cristo no ofreció la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino Su propia sangre. (Hebreos 9. 12), siendo así rescatados de nuestra vana manera de vivir, la cual recibimos de nuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros. (1 S. Pedro 1. 18-20)

Dichas verdades no serán una realidad en tu vida a no ser que te las apropies por medio de la fe en su sangre, (Romanos 3. 25) y si así lo haces, serás justificado gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. (Romanos 3. 24) Todo ello ha sido posible porque Él nos amó, y lavó de nuestros pecados con su sangre. (Apocalipsis 1. 5)

Si el amado lector no sabe el lugar que le espera después de la muerte, entonces sin pérdida de tiempo, debes de arrepentirte y pedirle el perdón de tus pecados a Dios, porque sólo la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1.7)


Por la boca muere el pez

Cuando uno lee obras del castellano antiguo o ve películas que evocan escenas de los siglos XVI al XVIII, quedo extasiado al ver cómo se expresaban aquellos paisanos, pudiendo percibir cierta educación en la conversación diaria, como también un tono reverente para todo lo sagrado. Hoy, en cambio, ha degenerado tanto nuestro idioma y se ha vuelto tan soez y ordinario el diálogo, que hasta da reparo enchufar la televisión o la radio, por lo que puedas oír.

Es tanta la costumbre que tenemos de escuchar palabrotas que ni nos damos cuenta del lenguaje tan bajo que usamos. Hemos perdido los buenos modales, porque la jerga que utilizamos está embrutecida y la salpicamos con groserías; y como con-secuencia nos estamos volviendo hostiles y violentos. Por eso  Dios nos avisa: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. (1 Corintios 15. 33)

En estos días de calor, nos sentamos a la puerta a tomar el fresco, y nos horrorizamos al oír a los niños plantar entre col y col una lechuga; es decir: Entre palabra y palabra, un taco, una blasfemia. Y lo dicen con la mayor naturalidad… y los padres tan tranquilos,  ¿no será, porque: De tal palo tal astilla?.

A veces se adquiere esa mala costumbre por haberlo escuchado de tus padres o de personas muy cercanas a ti, pero has de saber que hay remedio. Dios te puede y quiere librar, si arrepentido se lo pides, en el nombre de Jesucristo, el cual derramó su sangre para el perdón de nuestros pecados, pues la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7) Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana -vacía y corrupta- conversación, LA CUAL RECIBISTEIS DE VUESTROS PADRES, no con cosas corruptibles, como oro o con plata; sino con la sangre preciosa de Jesucristo. (1 S.Pedro 1. 17-19)

Lo mismo da que los padres tengan o no cultura, porque de sus bocas sólo salen ternos e imprecaciones. Damos gracias a Dios, que no todo el monte es orégano, pues hay honradísimas excepciones en este caos de maldicientes.

Cuando hablas con amigos con los que tienes la suficiente confianza para decirles, con tacto y delicadeza, lo feo que está pronunciar tacos y blasfemias contra Dios, te encuentras con reacciones muy variadas. Los hay que, de un modo cortés lo admiten, y te dicen que lo hacen sin querer y sin maldad. Sé que lo hacen sin querer, porque es tanta la costumbre que sin desearlo ni pensarlo sueltan el taco; pero sin maldad ¡eso es harina de otro costal! Hemos de saber que toda suciedad que sale de nuestra boca, lleva en sí maldad y pecado. El Señor dijo que …lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, blasfemias. Estas cosas CONTAMINAN AL HOMBRE. (S. Mateo 15. 18-20)

Sé que no es fácil dejar el vicio de decir tacos. Para poder dejar el hábito, el remedio infalible es, sencillamente entregar tu vida al Señor, reconociendo tu fea costumbre y pidiéndole a Él el perdón de tus pecados, y Dios te dará el poder de dominar esa falta. Pero si después de todo lo dicho, decides seguir hablando groseramente,  Dios te dice: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los borrachos, ni los MALDICIENTES, heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6. 9-10)

¿Dónde está el sabio?

En los tiempos apostólicos, Grecia era la cuna del saber y de la cultura, sin embargo sus grandes sabios estaban muy lejos de la sabiduría de Dios, o sea, de la salvación. Ya que el conocimiento humano no es garantía de saber o de poseer el conocimiento divino; más bien, en la mayoría de la veces sucede todo lo contrario, pues la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios, (1 Corintios 1. 19) dándose la paradoja que muchos de esos sabios son ignorantes en cuanto a la salvación de Dios. Con ello no quiero decir que los analfabetos tengan asegurada la salvación, ¡ni mucho menos!, pues la gente sencilla, desgraciadamente, también está lejos de Dios.

Hay personas que son tan sabias y tienen unas mentes tan privilegiadas que no pueden creer que por medio de la muerte del Hijo de Dios en la cruz, podemos ser salvos y tener la vida eterna, cuando creemos que murió en lugar nuestro. ¿Saben por qué? Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan …es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? (1 Corintios 1. 18-20)

Dios pregunta: ¿Dónde está el sabio? El sabio se esfuerza por conocer otros planetas y a la vez desconoce la Tierra y a su Creador, el cual está a su alcance como dice la Escritura: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10. 8-9)

El sabio siempre está investigando cosas, que no dudo tienen su provecho, y no puede perder su tiempo en buscar a Dios... Descubre mejores productos de limpieza, pero no puede lavar su pecado, pues el único remedio se halla en la sangre de Jesucristo su Hijo que nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7)
Son sabios y precavidos en amontonar dinero y propiedades, ¡y no está mal!,  con el fin de asegurar su vejez, (si es que viven para disfrutarla)… es aquí donde radica su necedad: ¿Para algo tan incierto como es llegar a ser viejo, te preparas, y para algo tan cierto como es la muerte, no haces ningún preparativo? ¿Dónde está tu sabiduría?

Los sabios, por un lado, multiplican esfuerzos muy loables y tremendos para salvar las vidas de miles de niños y de personas amenazadas por el hambre y la enfermedad; y por otro lado, dichos sabios asisten impasibles ante el holocausto silencioso de miles de vidas que mueren asesinadas en los vientres maternos abortando... ¿Dónde está el sabio? ¡¿Todo esto, no es una insensatez?

Nuestro orgullo no nos deja reconocer la esquizofrenia que estamos sufriendo. Si las personas nos dejáramos guiar por Dios a través de la sencillez de su Palabra, pronto encontraríamos la verdadera sabiduría y con ella la paz del alma y la salvación: Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. …lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; …A FIN DE QUE NADIE SE JACTE EN SU PRESENCIA. (1 Corintios 1. 25-31)

Pero para aceptar todo esto, necesitas una buena dosis de temor reverente; porque si no, será imposible, ya que: el principio de la sabiduría es el temor al Señor, y sólo los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. (Proverbios 1.  7.

Frutos del pecado

En este mundo es completamente imposible ser feliz cuando vivimos sumergidos en el pecado, ya que se cumple en nosotros lo que Dios dice: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues TODO lo que el hombre sembrare, ESO también segará. (Gálatas 6. 7) De modo que no es extraño que se palpe en las personas la angustia, el sinsabor y la amargura. Mas lo peor no termina aquí, sino que, como consecuencia, se vive y se peca descaradamente, por lo que no es extraño, que dichas personas estén amargadas y depresivas por vida.

Es evidente que: manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5. 19-21) Y ante tal cúmulo de maldades, ¿qué se puede esperar? Es justo que con tal siembra, se coseche aflicción de espíritu.

Puede que el amado lector no se vea a sí mismo tan inmoral y corrupto, pero el caso es que Dios en su Palabra nos denuncia a TODOS y sin excepción. Ella dice: no hay justo ni aun UNO; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. TODOS se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera UNO. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de AMARGURA. …no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. …Porque no hay diferencia, por cuanto TODOS pecaron, y están destituidos -echados fuera- de la gloria de Dios. (Romanos 3. 10 a 23)

Así que es de lógica que la siembra de tanto pecado sea la muerte, o sea, la separación eterna de Dios. Porque la paga -el salario- del pecado es la muerte. (Romanos 6. 23) De modo que no podemos vivir en pecado y seguir felices y en paz, ¡es imposible!

El pecado actúa en nosotros como la lepra, que no duele, pero corroe los  huesos y la carne, y termina con la vida. Así funciona y trabaja el pecado en nuestras almas: Carcome nuestra voluntad y sentimientos y al final perdemos la vida eterna.

Dios en su misericordia a querido que así sea: que el pecado coseche como fruto la amargura, la depresión y la frustración, para que arrepentidos nos volvamos a Él, el cual nos dice: Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. (Isaías 55. 6-7)

Te recuerdo, que si ahora te vuelves al Señor arrepentid@, seguro que tendrá misericordia y un amplio perdón, como nos asegura su Palabra; ya que todo ha sido posible porque Jesús se humanó en María la bienaventurada entre todas las mujeres y por el poder del Espíritu Santo, tomando nuestra carne para poder cargar con nuestro pecado, para que TODO aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

¡Ven a Cristo y sé salv@! No juegues con fuego, ¡te puedes! quemar, porque el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (S.Juan 3.15 y 36)

Sólo una cosa

            Desde tiempos muy remotos, tenemos testimonios mudos de piedra, de una sola pieza, de miles de kilos y de una sola pieza a los que  llamamos obeliscos o monolitos. Aún hoy es un misterio saber cómo los pudieron cortar, trasladar, etc, con herramientas tan rudimentarias y cómo lograron levantarlos. Hay muchas conjeturas e hipótesis, pero lo cierto es que todavía nos admira ver esas grandes moles de piedra en lugares tan lejanos de su yacimiento.

La Biblia nos habla de uno de esos pilares que fue levantado por un hijo del rey David. Nos dice el porqué fue hecho, pero no el cómo. El relato es como sigue: Y en vida, Absalón había erigido una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve mi memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado: Columna de Absalón, hasta hoy. (2 Samuel 18. 18)

Reconocemos que dichos monolitos siempre han llamado nuestra atención, no sólo por conservarse erguidas después de siglos, sino también por ignorar el cómo fueron cortadas, transportadas y cómo las levantaron. Pero esto es nada comparado con el misterio de la salvación, la cual, en términos populares, se supone que debe costar muchísimo el conseguirla; pero se da la paradoja que sólo una cosa hace falta, y gracias a Dios, tampoco es difícil. No necesitamos levantar un obelisco, sino sencillamente confesar nuestro pecado a Dios, y en los méritos ganados por su Hijo a favor nuestro, suplicarle nos perdone y nos limpie de todo pecado. Sólo esto.

El acontecimiento más grande de nuestra vida, con mejores o peores consecuencias, radica en sólo una cosa: En creer o rechazar lo que Cristo hizo a nuestro favor, derramando Su sangre para conseguir nuestro perdón; Pues SÓLO la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7)

No ignoro que a través del tiempo nos han ocurrido casos difíciles de olvidar, como pueden ser el final de una carrera, el día que nos casamos, nuestro primer hijo, etc, pero te aseguro que, el obtener la salvación, por haber recibido al Señor como Salvador, no tiene comparación.

En cierta ocasión Jesús se hallaba en casa de los hermanos: María, Marta y Lázaro. María se hallaba a los pies del Señor Jesús escuchando Su palabra. Marta, su hermana estaba atareada con muchos quehaceres y, un poco molesta, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (S.Lucas 10. 42) De modo que Cristo dijo que: SÓLO UNA COSA ES NECESARIA. Sí, amig@, sólo una, refiriéndose a la salvación del alma; porque al final de cuentas, SÓLO eso valdrá, ya que todo lo demás SÓLO sirve para perder la vida eterna.

Cristo sanó a un ciego de nacimiento y siendo interrogado por los fariseos hasta la saciedad, cansado con tantas preguntas molestas, les dijo: Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. (S.Juan 9. 25) ¡Eso era lo verdaderamente importante: que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

¡Cuánta sería mi alegría, lector o lectora, que pudierais  decir lo mismo: una cosa sé que ahora soy salv@ por haber recibido al Señor como mi Salvador y el día que muera, estoy segur@, que iré con Él!.

¿Soy o no cristiano?

Cuando hablas con alguna persona del Señor, son muchas las que se molestan y te contestan con frases que demuestran enfado, tales como: ¡Antes que tú nacieras yo ya sabía todo lo que se tiene que saber sobre Dios! ¡Qué me vas a decir tú a estas alturas que no sepa! ¡Deja de hablarme como si yo fuera un negrito del Congo!, y con otras parecidas.

Sinceramente os puedo decir que a mí no me molestaría que un vecino o alguien que yo no conociera, me hablara bien de mi padre o que me descubriera facetas de su infancia que ignorara, porque esa persona, fue amigo de él en la niñez. Todo ello me encantaría, como es natural. Lo que no sería de recibo es que le contestara con desagradables modales, como: ¿Pero qué me vas a decir de mi padre que yo no sepa?

Demostraría, entre otras cosas, descortesía hacia esa persona, y daría la impresión que no me interesa saber en absoluto cómo era mi padre en su adolescencia; más aún: me molesta que me hablen de él. Algo parecido nos ha pasado cuando hemos hablado del Señor a alguien. Parece que le ofendemos

Amado lector: Si amas a tu padre, debería alegrarte que, fuera el que fuera y se llamara como se llamara, te hablara bien de él. De igual forma deberías alegrarte si oyes hablar bien de Jesucristo, no importa quien sea, ¿no te parece? Pero se da la paradoja que sí estamos abiertos a oír cualquier inmoralidad pero no el escuchar de facetas del Señor que desconocemos.

(El lector no debe sentirse ofendido porque haya dado por sentado que algún aspecto del Señor no lo conozcas; porque nadie los conoce todos, ya que Él es Infinito. Es por ahí por donde van los tiros, ¿comprendes?)

A veces ocurre que tenemos riquezas en nuestro subsuelo, como pueden ser ríos subterráneos, petróleo, etc, y nosotros que las estamos pisando toda la vida, lo ignoramos; y tienen que venir otros para descubrirlas. No ha sido la primera vez y creo que tampoco será la última.

En Archena tenemos un bonito balneario de aguas termales y miles de forasteros se están aprovechando de sus aguas salutíferas. Y, os puedo asegurar, que hay muchos archeneros que, no sólo no se han aprovechado ni beneficiado de ellas para sus enfermedades reumáticas, sino que nunca lo han visitado por dentro ni han visto sus instalaciones. Que, ¿por qué?, porque piensan: Cualquier día de estos los veré, pero pasan los días, las semanas, los años y con ellos la muerte, y no vieron lo que tan cerca tuvieron.

Así pasa con el cristianismo tradicional. Todos saben que Cristo nació de la bienaventurada virgen María, por medio del Espíritu Santo. También conocen que Cristo murió en la cruz por nosotros y que fue a causa de nuestros pecados. Que resucitó al tercer día, etc. ¡Sí, todo eso lo creen,  pero sólo intelectualmente y no genuinamente, por lo cual siguen teniendo miedo a la muerte.

Amado lector, has de saber que no sólo debes creer en Dios sino que tienes que creer a Dios; y no basta con haber nacido en un país que así mismo gusta llamarse cristiano; tampoco por haberse bautizado en esta o en aquella iglesia, etc; sino que uno llega a ser cristiano cuando admite que ha pecado y ofendido a Dios, y arrepentido le pide perdón de sus pecados y lo hace a través de Cristo: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (1 Timoteo 2. 5) 

Un divorcio peligroso

Años atrás, el pronunciar la palabra divorcio, alarmaba, a pesar de haber numerosos matrimonios rotos, y muchísimos de ellos sólo se mantenían para guardar las apariencias. Pero ahora que ya pueden divorciarse legalmente, -aunque no ante Dios- las separaciones se están suprimiendo en nuestro país cristiano, por otra moda: La de juntarse. Pues ya son más los que siguen dicho método que los que se casan, según las estadísticas.

Antes, el divorcio no estaba autorizado y cuando se rompía el matrimonio, se veían forzados a vivir con su nueva pareja sin poder legalizar su nuevo estado, mientras su cónyuge viviera; pero ahora que sí pueden, no quieren, pero viven juntos, y están empadronados como solteros. ¡Menudo escándalo! ¿He dicho escándalo? Pero, ¿para quién?

Hoy todo lo vemos normal, pero eso no quiere decir que Dios esté de acuerdo. Es posible que los avanzados nos critiquen de retrógrados y de retrasados mentales pero, dichas personas se olvidan que Cristo dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. (S.Marcos 10. 11-12)

Pero del divorcio peligroso al cual me quiero referir, es aquel que, continuamente se comete contra Dios, pues cada vez estamos más separados de Él. Si el divorcio de una pareja viene por el desacuerdo de una o de ambas partes; la ruptura con Dios nos llega por no querer sujetarnos a su Palabra, ya que queremos vivir a nuestro aire. Hemos marginado a Dios de nuestra vida, haciendo todo lo que se nos antoja sin contar con Él para nada, como si nunca tuviéramos que rendirle cuentas. Así de real es nuestro divorcio con Dios.
Si, a los actos religiosos acudimos por compromiso, ¿cómo vamos a pensar leer la Biblia diariamente?, pues su lectura nos parece aburrida y cargante. Así somos de desagradecidos con Aquel que le debemos la vida.

Si para alimentarnos, comemos tres veces al día, ¿por qué no hacemos lo mismo para nutrir nuestra alma? El divorcio con Dios se parece a las ganas de comer que, cuanto menos se come, menos apetito se tiene.

Ha pesar de vivir en un mundo corrompido por el pecado, con todo hemos de reconocer, que da gusto y es precioso ver a un matrimonio bien avenido, con unos hijos saludables, viviendo juntos y en armonía en un auténtico hogar. Los unos trabajando, los otros estudiando, pero todos deseando llegar al hogar donde se sienten cómodos.

De la misma manera, todo el que cree y acepta al Señor como Salvador, lo pasa muy bien en Su compañía y en comunión con Él por medio de la oración. También nos sentimos muy felices con todas aquellas personas que tenemos el mismo Padre y el mismo Hogar.

Querido lector, el Señor te ama y no quiere que te divorcies de Él: Porque Yahvé Dios… ha dicho que Él aborrece el repudio… y: Porque de tal manera amó Dios al mundo, a ti y a mí, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Malaquías 2. 16 y S.Juan 3. 16)

Aún estás a tiempo de rehacer tu vínculo o alianza con el Señor, Deja de darle las espaldas y arrepiéntete, y vuelve cual hijo pródigo a la casa del Padre. Si lo haces, podrás escuchar: …hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse. (S.Lucas 15. 23-24)

Una elección vital

Hay situaciones en la vida en las que, forzosamente, hemos de tomar una decisión, y según la dirección que tomemos nos afectará para bien o para mal.

La primera disyuntiva, quizás se presentó cuando tuvimos que decidir qué oficio o carrera seguir. Y, cuando llegamos a la mayoría de edad, llamaron a nuestra puerta los partidos políticos solicitando nuestro voto. En esos momentos, posiblemente, pasamos de todo, aunque ya había llegado la hora de sentar la cabeza. Más tarde tuvimos que elegir nuestro cónyuge. Fue una de las decisiones más importantes que tuvimos que tomar ya que de ella dependería la felicidad conyugal, y no era cosa de correr a tontas y a ciegas en semejante empresa.

Si me permites un consejo, querido joven, te diré: No vayas al matrimonio pensando: Si la cosa no funciona me divorcio y a empezar de nuevo. Porque si piensas así ya llevas un tanto por ciento muy elevado para que tu matrimonio sea un fracaso. Debes elegir a tu cónyuge con la debida reflexión y seriedad, ¿por qué?, porque yo detesto el divorcio, dice el Señor. (Malaquías 2. 16 La Biblia de las Américas)

Como el amable lector ha podido observar, no podemos pasar de todo, pues depende en mucho, nuestro futuro bienestar de si la decisión que hicimos fue o no acertada. Pero todavía nos queda que hacer la elección más importante de nuestra vida. Es tan solemne que de ella dependerá nuestra dicha presente, futura y eterna. Es posible que te sonrías y digas: Ya está con el sermoncito semanal. Aparte que de mí no esperes otra cosa, te diré que eso no cambia en nada la gran verdad, que todo lo que sembremos, eso segaremos, y si la siembra que hacemos es de la carne de la carne segarás corrupción, pero si siembras para el Espíritu del Espíritu segarás vida eterna. (Gálatas 6. 7-8) Por lo tanto es necesario que te preguntes: Si muriera, ¿a dónde iría a pasar la eternidad? Si no lo sabes, eso quiere decir que todavía no has elegido al Señor como tu Salvador.

Tú dices creer en Dios pero sigues viviendo alejado de Él y estás dejando la elección más importante de tu vida, para última hora, porque ahora te apremian cosas más valiosas. ¿Más valiosas que tu salvación eterna? ¡Grave error que llorarás eternamente!

S.Pedro, citando las Escrituras dijo: He aquí pongo en Sión la principal piedra del ángulo, ESCOGIDA, preciosa; el que creyere en Él, no será avergonzado, pero por el afán de tener un mejor porvenir material, diste de lado a la única oportunidad puesta a tu alcance, que es la salvación de Cristo, cumpliéndose en ti la profecía: La piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo. Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará. (1 S.Pedro 2. 6-7; S. Lucas 20. 18) Has de saber que duele mucho caer y confesar el pecado al Señor, porque es como caer sobre una roca, te haces daño, pero si esperas a morir y que dicha Roca, que es Cristo, te caiga encima, te desmenuzará, es decir: Te condenará.

Mi deseo es que AHORA, el amado lector, haga su mejor elección escogiendo a Cristo como Salvador, dejando todo lo que estorba, porque solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (S.Lucas 10. 42) fue lo que Jesús dijo a Marta, y lo que a ti te recomiendo, antes que sea demasiado tarde, ¿por qué?: Porque muchos son llamados, y pocos son escogidos. (Mateo 22. 14)


Excusa no tenemos

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó. Génesis 1. 26-27 El hombre no fue creado como un autómata, sino como persona, y en su libre albedrío decidió desobedecer a Dios, a pesar de estar avisado, cuando se le dijo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Génesis 2. 16-17. Podíamos haber sido muy felices sin el pecado, pero nosotros, en Adán y Eva, decidimos desobedecer.

A la mente del lector vienen muchas preguntas que surgen de dicha lectura y son imposibles de contestar todas por lo limitado del espacio; pero hay una que se lleva la palma y es: ¿Qué culpa tengo yo que nuestros padres pecaran? Pienso que es injusto que yo pague por algo que no hice. También a mí me hubiera gustado haber nacido multimillonario, pero mis padres no lo eran, de modo que sin quererlo, nací en un hogar humilde. Y, naturalmente, esa fue mi herencia.

Como contestación valga este ejemplo: Unos novios fueron a ver a su párroco para concertar el día de la boda. El cura les estuvo haciendo algunas preguntas sobre religión, y durante ese tiempo salió el tema sobre Adán y Eva. El novio, medio en serio y medio en broma dijo al sacerdote: “Hay que ver la faena que nos jugaron nuestros padrecitos, bien pudieron quedarse quietos. El clérigo, que era un veterano en estos asuntos, les dijo: Me van a perdonar, pero tengo que salir unos minutos para hacer un recado urgente, esperen que vengo enseguida. ¡Ah! Pero, si mientras estoy fuera viniera mi sobrinito de cinco años, no se preocupen por lo que pueda romper, pero por favor, cuiden por todos los medios que no abra aquel cofrecito que hay encima de la mesilla, ¿lo ven?, la pareja le contestaron afirmativamente”. El presbítero se marchó.

Pasado unos segundos la novia dice a su compañero: “¿Y qué habrá en el cofrecito?” A lo que el novio le contestó: “Es verdad, ¿qué habrá que al Sr. cura no le importa lo que el sobrino le pueda romper con tal que no abra el cofre?” La novia, curiosa e intrigada dice: “¿Por qué no lo abrimos?” El novio contesta; “¿Y si viene el Sr. cura?” Pero ella le dice: “Voy a ver por donde va” Se asoma y le dice: “Acaba de meterse a una casa, de modo que, por muy aprisa que venga tenemos tiempo de sobra para ver lo que hay en el cofre”.

Van a la mesilla  muy contentos y con mucho cuidado lo abren, y cual no sería su sorpresa cuando vieron que dentro no había nada… únicamente un folio escrito con letras grandes que decía: Vosotros que culpáis a Adán y a Eva, no habéis podido resistir la tentación de ver lo que había en el cofre, ni diez minutos.

Querido lector, tú y yo hubiéramos caído en el mismo pecado de haber estado en el Edén, o quizá hubiéramos claudicado antes que ellos, con todo, te quiero decir que NADIE va al infierno por el pecado de Adán; si así fuera, tendríamos razón para decir que Dios es injusto, pero su Palabra nos dice que: …cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí . Romanos 14. 12. Es decir: Adán dio sus cuentas y tú darás las tuyas, tú no darás las cuentas de Adán ni él las tuyas. De forma que, la salvación o la condenación de tu alma está en tus manos, sólo en las tuyas y tú eres el que decide con tan importante decisión. A nadie podrás culpar. El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna. S.Juan 5. 24. Por lo tanto: No tienes excusa.

            

Cristo, ¡ha resucitado!

Algunas mujeres piadosas vinieron desde Galilea cruzando Samaria para poder seguir a Jesús hasta el Calvario y una vez muerto, vieron  donde lo sepultaban, con el fin de preparar especies aromáticas, y así poder ungirle, una vez pasado el sábado.

Ese día, primero de la semana, o sea, el domingo, dichas mujeres venían pensando quienes les ayudarían para poder quitar la piedra que tapaba el sepulcro; pero un ángel ya había removido la piedra para mostrarles que la tumba estaba vacía.

Los guardias que Pilato había puesto para sellar el sepulcro, al oír el terremoto que hubo y ver a los dos ángeles, huyeron atemorizados, los cuales informaron de lo sucedido a los principales sacerdotes, y ellos reunidos acordaron darles mucho dinero a los soldados para que dijeran que se habían dormido y que sus discípulos lo robaron.

Mientras tanto llegaron las mujeres y vieron que la piedra no estaba, y a la derecha e izquierda de la sepultura, se hallaban dos varones. María Magdalena, al no ver a Jesús, dejó el grupo y corrió a la ciudad, y viendo a Pedro y a Juan, les comunicó que se habían llevado el cuerpo de Jesús. Ellos corrieron en dirección al sepulcro.

El grupo de mujeres que habían quedado, quedaron perplejas y con miedo al ver dos varones con vestiduras resplandecientes, los que les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡No está aquí, sino que ha resucitado! (S.Lucas 24. 5-6)

Sí, amado lector, ¡Él vive!! Y no sólo en los cielos, sino también en el corazón de todos aquellos que le hemos aceptado y recibido como nuestro Salvador. ¿Le quieres recibir tú? No importa la cantidad ni la calidad de todos tus pecados. Si te arrepientes y le pides a Dios el perdón de los mismos en el nombre de su Hijo, Cristo resucitará también en tu corazón, pues Él ha dicho: Yo soy en tiempo presente. No dice: Yo  seré, sino Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, espiritualmente en sus pecados vivirá. (S. Juan 11. 25)

Sigamos con nuestra apasionante historia. Los ángeles dijeron a las mujeres: Acordaos de lo que os habló cuando aún estaba en Galilea, diciendo: ES NECESARIO que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. (S.Lucas 24. 6-7)

Pedro y Juan fueron a la sepultura, y Juan, al ser más joven, llegó primero, y viendo los lienzos desde fuera, no entró, pero sí Pedro, que al ver los lienzos y el sudario, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte, creyó. Después llegó María Magdalena y vio a los dos ángeles, los cuales le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Luego vio a Jesús, pero creyó que era el hortelano que cuidaba el huerto. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). (S.Juan 20. 13-16).

Puede que digas: ¿Y todo esto, para qué? Para destruir por medio de SU muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida con miedo a morir. …esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. (Hebreos 2. 14-15 y Romanos 5. 24-25).

Jesús miró, entró y se marchó

                El Domingo de Ramos es celebrado en todo el mundo cristiano como el inicio de la Semana Santa. En dicho día suelen salir multitud de cofrades con sus palmas lisas o adornadas con figuras múltiples y en procesión. Para la ocasión se engalanan balcones, etc, y muchos de nosotros pasaremos el día como cualquier jornada festiva. ¿Tú crees que el Señor se sentirá satisfecho al ver como le recordamos?

         El evangelista S.Marcos, nos hace un breve resumen de la jornada y del final de aquel día tan ajetreado para el Señor, contándonos que: ENTRÓ Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo MIRADO alrededor todas las cosas, como ya anochecía, SE FUE a Betania con los doce. (S.Marcos 11. 11) Así fue como terminó Su entrada triunfal en Jerusalén.

Porque realmente lo que el Señor quiere es entrar en nuestro corazón y no que representemos algunas escenas de su vida. ¿Sería increíble que en un día tan especial en el calendario cristiano, el Señor quisiera entrar a tu vida y por las razones que fueran, tú lo rechazaras, y Él te mirara, del mismo modo que lo hizo con S.Pedro, en el patio del sumo sacerdote, el cual le negó, y al ver tu vida insensible e indiferente, se marchara?

Cristo solía evadirse de la popularidad, pero en esta ocasión, quiso hacerse ver, montándose en un asno. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Bendito en las alturas! (S.Marcos 11. 9-10) ¿Por qué hizo tal desafío el Señor? Tenía sus buenas razones, aparte que todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta. (S. Mateo 21. 4) Al hacerlo era como si les preguntara, lo mismo que lo hiciera a sus discípulos en privado: ¿quién decís que soy? (S.Marcos 8. 29)

Durante más de tres años, el Señor había hecho multitud de señales y milagros, por lo que ya era hora que hubieran sacado sus propias conclusiones de modo que: Cuando entró Él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta de Nazaret de Galilea. (S. Mateo 21.10-11) Con razón, en dicha ocasión Jesús entró, miró y se marchó. Si no quieres que haga contigo lo mismo, ¡recíbele ahora como tu Salvador!

Amado lector, aviva tu imaginación y supón que el Señor te preguntara: ¿Quién soy Yo para ti? ¿Le dirías: . fuiste el Hombre más bueno y justo del mundo. El Dios hecho Hombre que murió por todos nosotros?  ¿Crees que dicha respuesta le complacería? Creo que no; y si ahondamos un poco más, pienso  que ni a ti te satisface; pues aunque es ortodoxa y correcta, sin embargo manifiesta inseguridad. Por que lo importante es que tú sepas que eres una persona salva y no sólo que Cristo murió por todos, que aunque es cierto, a ti no te dice nada.

Sé que hablar de seguridad de salvación, para muchas personas, le suena a imposible, ya que piensan que lo sabrán cuando mueran y le hagan juicio… Te contesto: ¿Entonces para qué murió Cristo? ¿No murió para SALVARNOS? Si no disfrutas de la seguridad de salvación es, porque tú no le has pedido a Dios que te salve y te limpie de tus pecados por medio de la Sangre de su Hijo. No esperes más y recibe al Señor en tu vida porque Él quiere entrar mirar y quedarse… ¿A qué esperas?.


           


La ascensión del Señor

La ascensión de Jesús a los cielos, es un relato muy breve en las Sagradas Escrituras, y con todo, mucha gente jamás lo han leído, pero sí celebran la onomástica o fiesta que llaman de la Ascensión, porque en la familia se encuentra un miembro con dicho nombre; y claro está, que, si nunca han leído dicho pasaje, es imposible que sepan su mensaje.

En atención a los amados lectores les transcribiré todo lo relatado sobre dicho evento en la Palabra de Dios y que podéis comprobar en la Biblia: Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. (S.Marcos 16. 19)Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndoles, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Y ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo alabando y bendiciendo a Dios. Amén. (S.Lucas 24. 50-53) Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que Él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? ESTE MISMO JESÚS QUE HA SIDO TOMADO DE VOSOTROS AL CIELO, ASÍ VENDRÁ, COMO LE HABÉIS VISTO IR AL CIELO. Este fue el mensaje de la ascensión: Que como Él se fue, así vendrá.  (Hechos 1. 9-11)

Todos sabemos como fue el nacimiento de Jesús en Belén, y que fue engendrado en el vientre de la bienaventurada Virgen María, tomando nuestra carne en sus entrañas; pero cuando vuelva la segunda vez, no vendrá para nacer, pues ya lo hizo una vez, sino que vendrá con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y descenderá del cielo… (1 Tesalonicenses 4. 16)

Amado lector: ¿Sabías que el Señor va a volver, que va a venir? Y si lo sabías, ¿estás preparado para cuando venga? El Señor habló muchas veces que volvería, e incluso por medio de parábolas. Una de ellas fue las de las diez vírgenes, de las cuales  cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas, es decir: Cinco estaban preparadas para recibir al esposo con sus candiles o lámparas y su aceite, según la costumbre, y las otras no llevaron aceite. Es decir: No estaban preparadas para la ocasión que se avecinaba; y retrasándose la venida del esposo, todas se durmieron.

Parece ser que es lo que nos está sucediendo ahora, en estos momentos, el Señor está tardando en venir, y muchas personas se preguntan: ¿Dónde está su promesa de su venida? Porque… todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación… Pero, amados, no ignoréis esta verdad, que para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día. Porque el Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche… (2 S.Pedro 3. 4 y 8 a10) Sólo entraron las que estaban preparadas. ¿Lo estás tú?

Amado lector: ¿Estás preparado para recibirle? ¿Tienes aceite en tu lámpara, es decir: Tienes la seguridad de tu salvación? Si murieras, ¿a dónde irías, al cielo o al infierno? Es demasiado serio y urgente lo que estás leyendo como para dejarlo aparcado. ¡No te juegues tu eternidad por negligencia!