domingo, 30 de enero de 2011

Esconderse no resulta

Cuando mis niños eran pequeños y hacían alguna travesura, sabiendo que me podía disgustar, pronto lo percibía por una sencilla razón: Pues ellos huían de mí, lo que indicaba que algo, y no bueno, habían hecho. Cumpliéndose el refrán que dice: No lo hagas y no lo temas.
           
Cuando tenemos un problema, no es el mejor remedio huir, sino todo lo contrario, debemos de dar la cara y afrontar la situación, y si fuera necesario, pagar los platos rotos, con todas sus consecuencias…

Ya sé que resulta enojoso y bochornoso, según qué casos, y por no pasar por semejante afrenta, optamos por lo más fácil, aunque no lo más correcto: Huimos o nos escondemos. Esto fue lo que sucedió en el Edén, cuando nuestros padres desobedecieron a Dios, pues, cuando oyeron la voz de Yahvé Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y la mujer se escondieron de la presencia de Yahvé Dios entre los árboles del huerto. Mas Yahvé Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Gén. 3. 8-10)

Adán y Eva, en vez de afrontar su pecado, se escondieron. Han pasado muchos siglos, pero las personas de hoy, seguimos lo mismo o peor. Jesús, poniendo el dedo en la llaga  dijo: Esta es la condenación: Que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la Luz y no viene a la Luz, para que sus obras no sean reprendidas. (S.Juan 3. 19-20)

Las personas llevamos una máscara y detrás de la misma escondemos la mentira y la falsedad. Sólo tenemos fachada, porque la Verdad no nos agrada, y por lo tanto no la queremos ya que ella nos desnuda. La mentira es el frágil refugio de la vasta mayoría de nosotros. Mentimos en los negocios, en la escuela, en el trabajo, entre amigos, entre padre e hijos y viceversa, mentimos al estado en lo que atañe a la declaración de la renta, en las escrituras, etc., mentiras, siempre mentiras. ¿Por qué? Porque tenemos miedo a la verdad, como bien dijo el profeta:  …hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos. (Isaías 28. 15)

Por muy oculto que tengamos el pecado, con todo, un día será juzgado, porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a la Luz. (S.Lucas 8. 17) De modo que no escondas tus pecados al igual que Adán y Eva. Afronta tu realidad delante de Dios y arrepentido pídele a Dios Su perdón, a través de su Hijo, el cual tomó tu lugar en la cruz.

Si tú, amado lector, dejas  de huir y de esconderte y en este momento, te humillas ante Dios y le suplicas Su perdón, te aseguro que obtendrás la salvación que Cristo ganó para ti con Su muerte; y habrás obtenido la paz y el descanso que siempre deseaste y nunca conseguiste. Esto es un milagro que Dios te ofrece y quiere darte gratuitamente y no por obras, ni sacrificios, ni cambio de religión; porque la salvación es un regalo de Dios, la cual se la da a todo aquel que se la pide.

Pon atención y mira bien lo que dice el salmista: …no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a Él, le oyó. (Salmo 22. 24) ¡También te oirá a ti si clamas a Él!

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