sábado, 22 de enero de 2011

¿A quién adoras?

Salvo honrosas excepciones, la mayoría de las personas hacemos de todo menos adorar a Dios. Es corriente oír en las conversaciones callejeras la admiración que profesamos hacia el torero tal, del futbolista cual, del pintor equis, del actor zutano, del político mengano, etc. pero, ¿quién admira a Dios, quién le adora?, porque hoy, hablar de Dios, de Su creación, de Su poder, de Su amor, etc., resulta poco menos que ridículo y lejano; pareciendo, como si todo lo que de Él digamos o hablemos, fuera un rollo místico.

En nuestros días y en el ambiente de la calle, no es de recibo el hablar de Dios, y mucho menos hacerlo con los compañeros de trabajo; y no digamos en el entorno estudiantil, lo incómodo que resulta. Por un lado, porque pasan de todo, y por el otro lado, porque para algunos de ellos, Dios, es un mito. Todo ello demuestra, ¡lo lejos que están de Dios! La lucha de Satanás ha sido y sigue siendo, el querer recibir él la adoración; y al no conseguirla, entonces trata, por todos los medios, desviarla hacia otras cosas para que no adoremos a Dios.

Tú, estimado lector, ¿a quién adoras? Por favor, créeme, no trato de ofenderte y como debes comprender, de tu respuesta no me voy a enterar, sólo trato de hacerte pensar para tu bien. Pon atención a la pregunta, porque no te he dicho: ¿Crees tú en Dios?, sino, ¿a quién adoras? Es como decirte: ¿Tú admiras a Dios, Le exaltas, Lo honras, Le amas, Le sirves, Le pides, hablas con Él? Porque en definitiva, todo lo mencionado es lo mismo que, o cómo adorar a Dios.

Cuando Jesús anduvo por esta tierra, Satanás le tentó, y entre otras cosas, en un momento, le mostró todos los reinos de este mundo, y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a El solo servirás. (S.Lucas 4. 5-8)

Lo que el Señor contestó fue bueno para el diablo como lo es para nosotros: Solo a Él debemos de adorar. Vuelvo a preguntarte: ¿A quién adoras? Porque, ¿qué es lo que actualmente llena tu corazón?, no es precisamente el Señor, sino otras cosas, como la ambición, la comodidad, el dinero, etc. Una persona, hace tiempo me dijo: Para mí, los billetes grandes son dios, los medianos la virgen, y los pequeños los santos. Estos son los dioses que se adoran y así nos van las cosas.

Hemos de saber que la verdadera adoración no consiste en estar en esta o en aquella religión, sino como el Señor dijera a la samaritana: Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (S. Juan 4. 23-24)

¿Qué quiere decir todo esto? Lo que dice; y lo que siempre Dios dijo, como reza en el segundo mandamiento de la Ley de Dios, allí se nos dice: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de los que está arriba en el cielo… (¿Qué hay en el cielo? Dios, Jesucristo, la Virgen, los santos, los ángeles, etc. Pues bien, Dios no quiere que hagamos ninguna semejanza de ninguno de ellos) No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Yahvé tu Dios. (Éxodo 20. 4-6)

Un consejo: Lee todos los días la Palabra de Dios, ya que no es suficiente leerla de vez en cuando, como no lo es comer una vez al mes. Si la lees, terminarás adorando a Dios y recibiendo a su Hijo como tu Salvador. Es mi deseo. Que así sea.

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