domingo, 30 de enero de 2011

Algo sobre la muerte

Así se expresaba S.Pablo ante el fantasma de la muerte: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?, y siguió diciendo: ¿Dónde, oh sepulcro tu victoria? (1 Corintios 15. 54-55)

Para muchas personas, suele ser una terrorífica pesadilla, pero para S.Pablo fue un triunfo. Mas no fue algo que él logró por ser apóstol, ¡no! Esto es algo que nadie puede conseguir por sus méritos, sino que es un regalo de Dios que nos ofrece por medio de Cristo. Como lo reflejó el mismo apóstol: Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1 Corintios 15. 57)

Cuando pensamos que podemos morir, no sólo nos comportamos mejor, sino que tratamos de hacer buenas obras, sacrificios, etc, para que la muerte nos coja haciendo dichas tareas y así morir en gracia de Dios, y como consecuencia ganar el cielo… Pero que yo sepa, nadie logró la salvación de este modo, aunque sea bueno lo que hagamos. Salomón dijo: Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14. 12) O sea, que todo lo que hicimos no logró la salvación.  Que, ¿por qué? Porque nuestras obras no pueden borrar ni un solo pecado, SÓLO la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7)

Pero el amor de Dios es tan grande hacia nosotros que dice: No quiero la muerte del que muere, dice Yahvé el Señor, para seguir diciendo: convertíos, pues y viviréis. Y más abajo dice: Vivo Yo, dice Yahvé el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis? (Ezequiel 18. 32 y 33. 11) ¡Ese es el deseo de Dios! Y para que lo consigamos nos dio a su Hijo: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (Hebreos 2. 14-15) O sea, que cuando creemos en Cristo, no sólo nos da la salvación, sino que nos quita el miedo y la servidumbre de la muerte.

Es tal la seguridad de salvación que recibimos, cuando entregamos al Señor de corazón nuestra vida, que, aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo, y porque son bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos. (Salmo 23. 4 y Apocalipsis 14. 13)

Quizá el amado lector se pregunte: ¿Cómo podría hallar yo tal certeza y seguridad? El mismo Señor te contesta: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y porque tiene vida eterna ya no vendrá a condenación, porque ha pasado de muerte a vida. (S. Juan 5. 24) Es decir: el día que creyó, ese día, pasó de la muerte a la vida.

Cristo en un cementerio dijo: Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. (S.Juan 5. 24)

Amado lector, recibe al Señor ahora en tu corazón y te aseguro que podrás decir con alegría en tu alma: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro tu victoria?

No hay comentarios:

Publicar un comentario