domingo, 30 de enero de 2011

Jesús miró, entró y se marchó

                El Domingo de Ramos es celebrado en todo el mundo cristiano como el inicio de la Semana Santa. En dicho día suelen salir multitud de cofrades con sus palmas lisas o adornadas con figuras múltiples y en procesión. Para la ocasión se engalanan balcones, etc, y muchos de nosotros pasaremos el día como cualquier jornada festiva. ¿Tú crees que el Señor se sentirá satisfecho al ver como le recordamos?

         El evangelista S.Marcos, nos hace un breve resumen de la jornada y del final de aquel día tan ajetreado para el Señor, contándonos que: ENTRÓ Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo MIRADO alrededor todas las cosas, como ya anochecía, SE FUE a Betania con los doce. (S.Marcos 11. 11) Así fue como terminó Su entrada triunfal en Jerusalén.

Porque realmente lo que el Señor quiere es entrar en nuestro corazón y no que representemos algunas escenas de su vida. ¿Sería increíble que en un día tan especial en el calendario cristiano, el Señor quisiera entrar a tu vida y por las razones que fueran, tú lo rechazaras, y Él te mirara, del mismo modo que lo hizo con S.Pedro, en el patio del sumo sacerdote, el cual le negó, y al ver tu vida insensible e indiferente, se marchara?

Cristo solía evadirse de la popularidad, pero en esta ocasión, quiso hacerse ver, montándose en un asno. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Bendito en las alturas! (S.Marcos 11. 9-10) ¿Por qué hizo tal desafío el Señor? Tenía sus buenas razones, aparte que todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta. (S. Mateo 21. 4) Al hacerlo era como si les preguntara, lo mismo que lo hiciera a sus discípulos en privado: ¿quién decís que soy? (S.Marcos 8. 29)

Durante más de tres años, el Señor había hecho multitud de señales y milagros, por lo que ya era hora que hubieran sacado sus propias conclusiones de modo que: Cuando entró Él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta de Nazaret de Galilea. (S. Mateo 21.10-11) Con razón, en dicha ocasión Jesús entró, miró y se marchó. Si no quieres que haga contigo lo mismo, ¡recíbele ahora como tu Salvador!

Amado lector, aviva tu imaginación y supón que el Señor te preguntara: ¿Quién soy Yo para ti? ¿Le dirías: . fuiste el Hombre más bueno y justo del mundo. El Dios hecho Hombre que murió por todos nosotros?  ¿Crees que dicha respuesta le complacería? Creo que no; y si ahondamos un poco más, pienso  que ni a ti te satisface; pues aunque es ortodoxa y correcta, sin embargo manifiesta inseguridad. Por que lo importante es que tú sepas que eres una persona salva y no sólo que Cristo murió por todos, que aunque es cierto, a ti no te dice nada.

Sé que hablar de seguridad de salvación, para muchas personas, le suena a imposible, ya que piensan que lo sabrán cuando mueran y le hagan juicio… Te contesto: ¿Entonces para qué murió Cristo? ¿No murió para SALVARNOS? Si no disfrutas de la seguridad de salvación es, porque tú no le has pedido a Dios que te salve y te limpie de tus pecados por medio de la Sangre de su Hijo. No esperes más y recibe al Señor en tu vida porque Él quiere entrar mirar y quedarse… ¿A qué esperas?.


           


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