domingo, 30 de enero de 2011

El día de todos los santos

En el cementerio de una capital española, un día de Todos los Santos, se encontraba un chino honrando a sus muertos, y al pie de la sepultura habían tazones de arroz y, unos vecinos de panteón estaban observando como el asiático hacía sus rezos y reverencias a sus difuntos cogiendo y dejando los tazones de arroz. Dichos vecinos se reían y decían: ¿No pensará este oriental que sus muertos se lo van a comer?. Queriendo gastarle una broma se acercaron y le dijeron: Hola, amigo: ¿A qué hora saldrán tus muertos a comerse el arroz? El chino, sin inmutarse, con una reverencia y una sonrisa en sus labios les contestó: A la misma `hola´ que los `vuestlos´ a `olel´ la `flol´. Tan inútil es el arroz como la flor, como las velas, los rezos y todo lo que hacemos a favor de los muertos. Pero no todo es malo. Gracias a este día especial para los muertos, algunas sepulturas no se han caído por el deterioro y el abandono por el paso del tiempo.

No es mi intención herir la sensibilidad de ninguna conciencia, bien lo sabe Dios, pero sí despertarla a la luz de la Palabra de Dios. Ella nos dice: …está establecido para los hombres que, mueran una sola vez, y después de esto el juicio. (Hebreos 9. 27)  aunque el texto es corto, con todo nos aclara muchos conceptos:

1º.-) está establecido para los hombres que mueran.   Esta es una verdad innegable de la que todos tenemos evidencias, desgraciadamente; ya que, todos, más tarde o más temprano, con dinero o sin él, sanos o enfermos, blancos o de color, jóvenes o viejos, etc., todos moriremos. Nadie puede engañar a la muerte que es el rey de los espantos, como se nos dice en (Job 18. 14) por lo que debiéramos ser más precavidos con dicho evento que sólo sucede una vez en nuestra vida; pero el lector debe saber que, con la muerte no termina la existencia de la persona. (Tendríamos mucho que decir sobre este punto, pero el espacio no da para más)

2º.-) que mueran una sola vez. Esto lo que Dios asegura en su Palabra y lo creo firmemente, porque el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (S.Mateo 24. 35) De modo que si Él dice que se muere una sola vez, se muere una sola vez sin dar lugar a las reencarnaciones. Y si se muere una sola vez, no se muere ni tres ni dos veces, porque lo que Dios dice ha sido, es, y será. Y

3º.-) y después de esto el juicio. O sea, que después de la muerte viene la sentencia, de forma que nuestra suerte ya está echada y no hay quién la cambie ni con velas o sufragios, ni Purgatorio. El ladrón en la cruz le dijo a Cristo: Acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino. Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (S.Lucas 23. 42 y 43) No le dijo: Antes tendrás que pasar veinte años de Purgatorio.

En el mismo Evangelio se nos cuenta la historia de Lázaro y el rico. Al morir ambos, sus destinos fueron diferentes porque también lo fueron sus creencias y como quiera que el rico vivió despreocupado del más allá, fue a parar al infierno y allí dando voces dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. La petición le fue negada diciéndole: Acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida. (S.Lucas 16. 24-25) O sea: Haz memoria de cuántos privilegios y ocasiones para creer desaprovechaste.

Apreciado lector, usa tu tiempo en buscar al Señor mientras puede ser hallado, llámale en tanto que está cercano. (Isaías 55. 6) ¡Hazlo antes que sea demasiado tarde!

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