sábado, 15 de enero de 2011

¿Hambre?, ¡sí!, pero…


El Amado Salvador dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (S.Mateo 5. 6)

Son millones de personas  las que están muriendo de hambre en nuestro planeta, a pesar de producir suficiente comida para todos… Pero no sabemos o no queremos repartirlos solidariamente. Y para silenciar la conciencia decimos: ¿Qué puedo hacer yo?, eso es cosa de los gobiernos… Y no hacemos nada para remediarla. Hemos de reconocer que alguna culpa tendremos…

Si seguimos sin hacer nada, un día escucharemos de los labios del justo Juez la recriminación: …tuve hambre. Y no me disteis de comer… Señor, ¿cuándo te vimos hambriento… Entonces nos responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños… tampoco a Mí lo hicisteis. (S. Mateo 25. 42-45)

Es cierto, que hay hambre en nuestro mundo, pero de  lo que trata la bienaventuranza es del hambre y sed de justicia. Es decir: Del gran deseo que existe en muchas personas para que en este mundo haya verdadera justicia; anhelo que un día, será satisfecho.

Un profeta anunció: He aquí vienen días, dice Yahvé el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni de agua, sino de oír la palabra de Yahvé. (Amós 8. 11) Cuando lleguen esos días, no dirán despectivamente: Estamos hartos de tantos sermones… porque desearán y buscarán escuchar la Palabra de Dios.

Pero si oteamos un poco el panorama, tanto de creyentes como no creyentes, veremos que dichos días están lejos, a juzgar por la indiferencia que vislumbramos en casi todas las personas en no querer escuchar el santo Evangelio, ni vemos que en este mundo halla justicia...

Por el momento presente, no esperemos ver la verdadera justicia, ni en la política, ni en el comercio, ni inclusive en la religión, porque todo anda revuelto y podrido… Dicha justicia sólo se encuentra en Cristo. Él es el único que puede saciar dicha hambre. El predicó: Yo soy el Pan de Vida; el que a Mí viene, NUNCA TENDRÁ HAMBRE, y el que en Mí cree NO TENDRÁ SED JAMÁS… (S.Juan 6. 35)

Todo lo dicho aquí es verdad, pero, no surtirá efecto, a no ser que el interesado lo ponga en práctica. Es como tener la despensa llena de comida y por no cogerla morimos de hambre… No es suficiente con reconocer que somos unos muertos de hambre y que Cristo es la solución, ¡hemos de probarlo!.

Algo así pasó con la parábola que Jesús contó del hijo pródigo. Todos sabemos que éste, mientras tenía dinero y lo malgastaba, no se daba cuenta que algún día se terminaría, pero cuando le faltó, para poder comer, estuvo dispuesto a trabajar de porquero, oficio abominable para un judío, y, con todo, no podía llenar su vientre de las algarrobas que los cerdos comían. Fue entonces que volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan y yo perezco de hambre! (S.Lucas 15. 17) Entonces humillado volvió a la casa del padre y se sació.

            Amado lector; todos necesitamos volver a la casa del Padre. Yo ya lo hice, y arrepentido le pedí perdón a Dios en el nombre de Cristo y fui perdonado. ¡hazlo tú ahora, y habrá …gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. (S.Lucas 15. 10) Si lo haces,¡serás saciado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario