sábado, 22 de enero de 2011

¿Quién se salvará?

Esta es una preocupación que embarga el corazón y la mente de muchas personas sensibles que buscan de todo corazón el verdadero camino que le lleve a la eternidad con Dios. Sin embargo, hay algunos seres que, a pesar de no ser muy religiosos, perciben que el cielo debe ser un lugar muy santo, limpio e impecable… y, así es.

La palabra de Dios en esta cuestión es clara y nos dice, quien sí y quien no podrán entrar: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6. 9-10)

Pero la lista no se acaba ahí de todos los que no pueden entrar, pues la Sagrada Escritura sigue diciendo: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. (Apocalipsis 21. 8)

Ante tan escrupulosas listas, uno pregunta: ¿Quién podrá salvarse?, como lo hicieron los apóstoles a Cristo quienes muy asombrados le dijeron: ¿QUIÉN, PUES, PODRÁ SER SALVO? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres ESTO es imposible; mas para Dios todo es posible. (San Mateo 19. 25-26) Si para poder entrar al cielo no debemos ni mentir, ¿Quién podrá salvarse?. Ante tal pregunta Cristo contestó negativamente diciendo: PARA LOS HOMBRES ESTO -el salvarse- ES IMPOSIBLE. O sea, que tú y yo estamos perdidos. Pero la conversación no terminó allí, sino que siguió diciendo: MAS PARA DIOS TODO ES POSIBLE. Y es que en Su misericordia, para poder salvarnos, hizo todo lo posible. ¿Qué hizo?

Para ello, para hacerlo posible, vino su Hijo a nacer en el vientre de una sencilla mujer llamada María, siendo engendrada por el poder del Espíritu Santo, para que este milagro, -misterioso para nosotros y posible para Dios-, se hiciera. De esta forma y en su tiempo, nació Jesús el Hijo de Dios, siendo Dios; y el  hijo de María, para ser Hombre.

Así pudo cargar en la cruz con todo el peso de nuestros pecados y nuestras culpas, muriendo y derramando su preciosa sangre, para poder limpiarnos del pecado, para después resucitar para nuestra justificación. Así que, lo que antes fue imposible para nosotros, el poder salvarnos, estando perdidos,  ahora ha sido posible en Cristo: porque el Hijo del hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido. (S.Lucas 19. 10)

¿Quién podrá salvarse? El amado lector ha podido comprobar que por nosotros mismos ESTO es imposible; y si ESTO es imposible para los hombres, es inútil querer ganarnos la salvación con nuestras obras o sacrificios. Sé humilde y reconócelo: Para los hombres ESTO la -salvación- es imposible; pero se hace posible, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y le pedimos a Dios perdón en el nombre de su Hijo.

Esto no sucede de una manera mágica, sino porque Cristo pagó y derramó Su sangre por nosotros, y es por eso que Su sangre nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7) y cuando esto ocurre, llegamos a tener la seguridad de la salvación. ¿No es maravilloso? ¿Quieres ser salvo? ¿Sí? Entonces, ¿por qué no se lo pides ahora que te perdone?.

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