domingo, 30 de enero de 2011

Cristo, ¡ha resucitado!

Algunas mujeres piadosas vinieron desde Galilea cruzando Samaria para poder seguir a Jesús hasta el Calvario y una vez muerto, vieron  donde lo sepultaban, con el fin de preparar especies aromáticas, y así poder ungirle, una vez pasado el sábado.

Ese día, primero de la semana, o sea, el domingo, dichas mujeres venían pensando quienes les ayudarían para poder quitar la piedra que tapaba el sepulcro; pero un ángel ya había removido la piedra para mostrarles que la tumba estaba vacía.

Los guardias que Pilato había puesto para sellar el sepulcro, al oír el terremoto que hubo y ver a los dos ángeles, huyeron atemorizados, los cuales informaron de lo sucedido a los principales sacerdotes, y ellos reunidos acordaron darles mucho dinero a los soldados para que dijeran que se habían dormido y que sus discípulos lo robaron.

Mientras tanto llegaron las mujeres y vieron que la piedra no estaba, y a la derecha e izquierda de la sepultura, se hallaban dos varones. María Magdalena, al no ver a Jesús, dejó el grupo y corrió a la ciudad, y viendo a Pedro y a Juan, les comunicó que se habían llevado el cuerpo de Jesús. Ellos corrieron en dirección al sepulcro.

El grupo de mujeres que habían quedado, quedaron perplejas y con miedo al ver dos varones con vestiduras resplandecientes, los que les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡No está aquí, sino que ha resucitado! (S.Lucas 24. 5-6)

Sí, amado lector, ¡Él vive!! Y no sólo en los cielos, sino también en el corazón de todos aquellos que le hemos aceptado y recibido como nuestro Salvador. ¿Le quieres recibir tú? No importa la cantidad ni la calidad de todos tus pecados. Si te arrepientes y le pides a Dios el perdón de los mismos en el nombre de su Hijo, Cristo resucitará también en tu corazón, pues Él ha dicho: Yo soy en tiempo presente. No dice: Yo  seré, sino Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, espiritualmente en sus pecados vivirá. (S. Juan 11. 25)

Sigamos con nuestra apasionante historia. Los ángeles dijeron a las mujeres: Acordaos de lo que os habló cuando aún estaba en Galilea, diciendo: ES NECESARIO que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. (S.Lucas 24. 6-7)

Pedro y Juan fueron a la sepultura, y Juan, al ser más joven, llegó primero, y viendo los lienzos desde fuera, no entró, pero sí Pedro, que al ver los lienzos y el sudario, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte, creyó. Después llegó María Magdalena y vio a los dos ángeles, los cuales le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Luego vio a Jesús, pero creyó que era el hortelano que cuidaba el huerto. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). (S.Juan 20. 13-16).

Puede que digas: ¿Y todo esto, para qué? Para destruir por medio de SU muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida con miedo a morir. …esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. (Hebreos 2. 14-15 y Romanos 5. 24-25).

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