domingo, 30 de enero de 2011

La evolución igual a frustración

La evolucionistas, con sus teorías, nos quieren hacer creer, no sólo que el hombre desciende del mono, sino a la vez que estamos progresando para mejor (¿?), y que con el tiempo se llegará a la perfección.

Esta es su enseñanza, en términos generales. Pues según dicha teoría, todo empezó con un renacuajo en el agua que con el paso del tiempo y a través de muchas mutaciones, hemos llegado a ser lo que somos, y como la evolución sigue, al final de tantas metamorfosis se conseguirá que la persona sea perfecta y alcance la inmortalidad.

Según esta febril imaginación, nuestros antepasados fueron unos renacuajos y si ahora hemos llegado a ser lo que somos, ello demuestra que vamos mejorando… No dudamos que en algunos aspectos hemos avanzado inventando máquinas grandes, pequeñas y microscópicas muy sofisticadas, etc., pero, ¿que los humanos hemos progresado y que vamos caminando hacia la perfección? Es echarle mucha imaginación o ser muy cándidos. Si somos realistas, tendremos que reconocer que vamos de mal a peor y no según dicha hipótesis: de peor a mejor. Sólo hay que echar una mirada panorámica a nuestro alrededor.

Nosotros con nuestro desarrollo, hemos contaminado el aire, los alimentos, los mares, los ríos… Con el afán de progresar económicamente no nos importó el daño que todo ello pudiera ocasionar. Todos nuestros métodos llevan el mismo sello: Contaminación, ¡nada de evolución!, a no ser a la inversa, ya que cada día están más podridos y corruptos.

Las personas están cada día más nerviosas con el presente y más por el futuro. Lo mismo da que seas estudiante, que seas padre de familia, sano o enfermo, joven o anciano… el final es el mismo: ¡Frustración!. Que, ¿por qué? Por una sola razón: Hemos marginado a Dios de nuestra vida, le hemos arrinconado, más aún: ¡Lo hemos rechazado! Y así nos van las cosas.

No es de extrañar que la frustración sea el pan de cada día, ya que hemos abusado del libre albedrío que se nos otorgó, relegando y postergando a Dios, y como resultado nuestras vidas no tienen sentido, a no ser que arrepentidos volvamos a Dios a través del Señor Jesucristo, el cual vino, entre otras cosas, para darle significado a nuestra existencia. Y aquí no vale el que digas: Yo paso de todo y sigo la tradición de mis padres, porque mira lo que dijo S.Pedro: …sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana -frustrada- manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres. (1 S.Pedro 1. 18) Por desgracia esa ha sido la herencia que nos dejaron nuestros padres y la que nosotros dejaremos a nuestros hijos a no ser que decidamos rectificar, pidiéndole el perdón de nuestros pecados a Dios por medio de Aquel que fue engendrado en el vientre de la bienaventurada Virgen María, para después cargar en la cruz con nuestros pecados, resucitando al tercer día para nuestra justificación. Porque si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe. …Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. (1 Corintios 15. 14 y 32)

Querida alma, puede que tengas todo lo que la vida puede ofrecerte, pero si cuestionas lo que Dios te ofrece a través de su Hijo, tu vida será un puro y duro fracaso, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (S. Lucas 12. 15) La Vida está en Cristo, Él lo dijo: Yo soy la Vida. (S.Juan 14. 6)

No hay comentarios:

Publicar un comentario