sábado, 15 de enero de 2011

¿Qué dice Dios de la blasfemia?


No importa que la persona sea culta o no, porque tanto a las unas como a las otras se las oye blasfemar… no importa la edad. Da la impresión que lo normal en toda conversación es plantar entre col y col una lechuga… es decir que, entre frase y frase soltar un taco… Es tan corriente y está tan arraigado, que se palpa en el ambiente, en los niños y hasta en los medios de comunicación…

Hay la fea costumbre de maldecir el nombre de Dios, y cuando educadamente llamas la atención a la persona para que no lo haga, te sale diciendo irónicamente: Es que me acuerdo mucho de Él…

Quien tiene dicho hábito se justifica diciendo: ¿Pero qué importancia tiene? ¿A ver si se le va echar “sal” a todo? La verdad sea dicha, que yo no soy quién para juzgar los hábitos de nadie, ni es mi intención, pero tendrás que reconocer que si en tu conversación desenfadada y normal la enriqueces y la adornas con palabrotas, habrá que oírte cuando estés de mal humor…

El Señor, sobre esta cuestión nos dice que: de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas Yo os digo que de toda palabra ociosa -inútil- que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (S.Mateo 12. 34-37) ¡Eso es lo que declara el Señor!; y tú, ¿qué tienes que decir a eso?

Según tu forma de pensar, reconoces, que la blasfemia está mal, pero, dices, que no tiene tanta importancia… pero según las normas de Dios, -que son las que nos regirán a la hora del juicio ante Su presencia- sí tienen trascendencia, y el Señor nos sigue  recordando: Mas Yo os digo que de toda palabra ociosa -vana- que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.

Creo que, desde ahora que ya sabes que Dios sí le da importancia, a la blasfemia y a la verborrea, cuides más tu lengua con lo que dices. Porque de seguir actuando de esa manera, estarás alejando a Dios de tu vida y despreciando la oportunidad  de poder salvarte.

Cristo, en cierta ocasión dijo: …mi palabra no halla cabida en vosotros. (S.Juan 8. 37) Y es que: Dos cuerpos no pueden ocupar, al mismo tiempo, el mismo espacio. Si el corazón ya está lleno con blasfemias y palabras groseras, ya no cabe la Palabra de Dios, de ahí el requisito de no blasfemar, porque: …del corazón salen los malos pensamientos…las blasfemias. Estas cosas contaminan al hombre. (S.Mateo 15. 19)

Posiblemente te intranquilice lo que acabas de leer, además de comprobar que no puedes evitar decir palabrotas y te horrorices al saber que detrás de tus tacos está tu corazón, ¿verdad? Pero te puedo asegurar que todavía puedes poner remedio a tu situación, si vienes en busca del Señor y arrepentido le pides perdón, porque lo que es imposible para los hombres, para Dios todo es posible. (S. Mateo 19. 26) Y ha sido posible porque la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, inclusive de la blasfemia, así que, si confesamos -a Dios- nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 S. Juan 1. 7 y 9) Ven y limpia tu corazón con la sangre de Cristo y se dirá de ti, como a cualquiera que acuda a Él: Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (S.Mateo 5. 8)

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