La historia de San Valentín se origina en la Roma del siglo III, época en la que el cristianismo era perseguido por el emperador Claudio II. En este período se prohibió el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias.
Es en estas circunstancias es cuando surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano que, ante tal injusticia, decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos.
Existen diversas teorías que otorgan a esta fecha el origen del Día de los Enamorados. San Valentín, -según dicha teoría- por desobedecer al emperador, fue detenido y después ejecutado el 14 de febrero del año 269 de nuestra era.
Mientras estuvo encerrado, su carcelero le pidió que diera clases a su hija Julia. A base de lecciones y horas juntos, Valentín se enamoró de la muchacha, y en la víspera de su ejecución, envió una nota de despedida a la chica en la que firmó con las palabras "de tu Valentín", de ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad.
La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados. (de internet)
En un libro bíblico escrito por el sabio Salomón, se nos des cribe lo fuerte que es el amor y lo dispuesto que está hasta llegar al sacrificio si fuera necesario, con tal de no perder a la persona amada: Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; duros como el Seol los celos; sus brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían. (Cantar de los Cantares 8. 6-7)
Si piensas un poco, tienes que reconocer, que ese bello amor hacia la otra persona, tiene cierto tinte de egoísmo, ya que lo expresamos diciendo: Te quiero y me gustas mucho. Ambos llegan al matrimonio recibiendo como regalo a la persona que aman…
¡¡Eso sí que es amor!!
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