sábado, 15 de enero de 2011

El que mucho habla…


El Creador, en su sabiduría, nos dio una boca y dos orejas, para que supiéramos escuchar más y hablar menos…Lo malo de la cuestión es que, nos gusta más hablar que escuchar…

A diario podemos escuchar a las personas dando su parecer de cómo gobernar el mundo, criticando a diestra y siniestra a los gobernantes y políticos, de su malas gestiones… Y no conformes, hablan hasta del Creador diciendo: Si Dios existe, ¿por qué tolera esto y aquello?… Si yo fuera Dios haría que todo el mundo viviera en paz… etc. ¡Qué sabios somos cuando abrimos la boca!…Hablamos y hablamos  en contra del Creador, pero, ¿escuchamos lo que Él nos dice en su Palabra?…

Si te has dado cuenta, siempre que hablamos, lo hacemos para imponer nuestro criterio y sólo quedamos satisfechos cuando nuestra opinión prevalece…Por lo general, como seres finitos que somos ,son muchas las veces que nos equivocamos en nuestras apreciaciones, y deberíamos reconocerlo; pero nuestra arrogancia nos lo impide…

De igual modo nos equivocamos respecto a la salvación, porque en vez de escuchar a Dios al respecto, nosotros tomamos la iniciativa, y como siempre, bla, bla, bla… Y es que somos unos cabezotas y, por no escuchar, nos perdemos...

Dios, en su misericordia, aprovecha los reveses que la vida nos da, para hablarnos, pero nosotros seguimos empecinados en no escuchar…

Cuando Israel estuvo esclavizado por más 400 años en Egipto, Dios envió a Moisés al faraón para decirle: Yahvé, el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta al desierto. (Éxodo 5. 1) Pero faraón no hizo caso… Entonces Dios le advirtió con diez plagas. Las dos primeras las resistió, y faraón endureció su corazón; pero de la tercera en adelante, se vio obligado a llamar a Moisés para que éste rogara a Dios que le quitara la plaga, bajo promesa que dejaría salir a Israel. Pero cuando la plaga desaparecía, faraón, en vez de arrepentirse, se endurecía… Las Sagradas Escrituras nos dicen que, por siete veces, faraón endureció su corazón… ¿Seremos nosotros así de obstinados, que cuando las cosas nos van mal, prometemos cosas que después no cumplimos? Sí así fuera, sigue leyendo y verás a dónde te conduce dicho camino…

Después que Dios le librara de las plagas, faraón endurecía su corazón; lo cual hizo por siete veces consecutivas y voluntariamente, de modo que cosechó lo mismo que sembró, pues: Dios endureció el corazón de faraón… (Éxodo 10. 27) Terrible, ¿verdad? Esto nos debiera enseñar a ser más reverentes con la palabra de Dios.

Por todo lo dicho, si el amado lector tuviera el deseo de reconciliarse con Dios, le sugiero que no vaya hacer lo mismo que aquel fariseo de la parábola que contó Jesús, que: Puesto en pie oraba consigo mismo… (S.Lucas 18. 11) es decir, que lo único que hacía era hablar… pero tú, sigue el consejo de la palabra de Dios, la cual te dice: Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más PARA OÍR que para ofrecer el sacrificio de los necios …no te des prisa CON TU BOCA, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto sean pocas tus palabras. (Eclesiastés 5. 1-2)

S.Pedro quiso andar sobre el mar, lo mismo que el Señor: Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo:¡Señor, sálvame! (S.Mateo 14. 30) Corta oración, ¡pero suficiente! ¡Haz tú lo mismo, y serás salva, o salvo!

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