domingo, 30 de enero de 2011

Las buenas costumbres

Pasaron muchos años cuando en TV se decía que en España habían más separaciones y divorcios que casamientos, ¡que ya es decir!, pues las personas prefieren juntarse antes que casarse; prescindiendo de las leyes civiles y de las divinas, prescindiendo de hacerlo  todo decentemente y en orden. (1 Corintios 14. 40) Y es que el temor a Dios se está perdiendo por completo.

Antes, de España se decía que: Era la reserva espiritual de Europa, y ahora, el péndulo se ha ido al lado contrario. Sabemos que los que se juntan lo hacen por razones económicas, y tienen sus motivos más o menos lógicos, pero el caso es que la moral y las buenas costumbres se están perdiendo a pasos agigantados.

Desde antaño la picaresca ha sido una de nuestras virtudes, (¿?) y ahora con los aires libertinos que corren, y de un modo desaprensivo, vamos sin freno ni ataduras al vicio y como consecuencia de tanta inmoralidad, los hogares se rompen y las familias se dividen; ¿por qué?, porque: Dios no puede ser burlado: Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción. (Gálatas 6. 7-8)

Quizá el lector crea que exagero demasiado, pero el que juega con fuego, sólo espere quemarse, y las estadísticas nos dan la razón. España es el país europeo donde más divorcios hay y donde menos casamientos se celebran en relación al número de habitantes. Pero, ¡eso sí!, a todos nos gusta llamarnos cristianos, a pesar de nuestra inmoralidad e ilegalidad. ¡Menuda paradoja!

Nuestra moral y buenas costumbres están tan relajadas que todo lo vemos normal, tanto que nos burlamos de la candidez de

nuestros padres y de cómo fueron educados. Es verdad que entonces sucedieron algunos casos extremos; pero hoy lo normal asusta y aterroriza a cualquier persona que sea medio decente. Es tanta la inmoralidad en ciertas personas que sus conciencias no les avisan porque ya la tienen muertas. De modo que hablan y se portan delante de niños sin pudor y sin reparo, siendo desconsiderados y mal educados. Sus vidas se han desbocado como el caballo cuesta abajo y sin frenos, y como es natural, sólo se espera un fatal desenlace, no sólo en esta vida, sino también para la eternidad.

Hoy se  habla del amor libre descaradamente como si se tratara de la cosa más normal, y si alguien se le ocurriera defender la moral y las buenas costumbres, será tratado como un retrasado mental. Y con cierto desprecio le dirán: Pero tío, ¡de qué planeta eres!. Para todos los que así viven. Cristo les dice: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (San Mateo 5. 27-28)

Puedes reírte cuanto quieras, pero has de saber que al final, tú tendrás que enfrentarte ante el juicio de Aquel que pronunció dichas palabras. Porque, ¿por cuánto tiempo crees podrás seguir burlándote de Él y de su Palabra? ¿Cien años? ¿Y qué son cien años comparados con la eternidad? Piensa, porque al final y sin lugar a escapar, tú tendrás que vértelas con Dios. Allí no valdrán tus inmorales razonamientos, sino la Santa Ley de Dios y Su justo juicio, ¿quién podrá escapar? Sólo aquel que haya creído que Cristo pagó sus pecados con su sangre, porque sólo la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 S.Juan 1. 7) ¿Lo crees?


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