domingo, 30 de enero de 2011

Ganar el cielo

Es tal la ignorancia y la vanidad sobre este tema, que hablamos del cielo como si se tratara de la compra de un coche. El coche lo pagamos con dinero, y pensamos, que el cielo se puede comprar con obras, sacrificios, etc. ¡Cuán poco conocemos la Justicia, la Santidad y cuán lejos estamos del plan de Redención elaborado por el trino Dios para nuestra salvación!

Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes; No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo lo he guardado desde mi juventud. Jesús oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. (S.Lucas 18. 18-23)

Quizá el amado lector se pregunte  el porqué procedió así el Señor. Lo hizo para darle a entender que no había guardado los mandamientos como pretendía, ya que no amaba al prójimo como así mismo. Y es que, ningún mortal ha podido ni puede cumplir los mandamientos. Lo intentamos, pero ahí queda todo.

Por desgracia hay millones de personas que siguen creyendo que sus buenas obras pueden salvarle, aunque Dios sigue diciendo todo lo contrario; pero con todo seguimos con nuestro inútil empeño, a pesar de no tener ninguna garantía ni seguridad de alcanzar lo que pretendemos.

Las buenas obras o acciones, se deben hacer, no con el mezquino interés, que al final de nuestra existencia, sumen más, a la hora del juicio final, que las malas; sino que debiéramos hacerlas por solidaridad con y por la desgracia ajena y porque: Más bienaventurado es dar que recibir. (Hechos 20. 35) Con todo, no nos da ningún derecho de ganar la salvación o el cielo. S.Pablo nos dice al respecto: Porque por gracia -de balde- sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don -es un regalo- de Dios; no por obras, para que NADIE se gloríe. (Efesios 2. 8-9)

De modo que nuestros esfuerzos resultan inútiles. Piensa un poco: ¿qué le darás tú a Dios que Él no tenga? La salvación es un regalo de Dios. ¡Este es el Evangelio, la buena noticia de parte de Dios hacia todos nosotros: Que la salvación es gratuita, PARA QUE NADIE SE GLORÍE! Como bien dijo Jesucristo: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá… Porque, ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (S.Mateo 16. 25-26) No hay nada que tú puedas hacer para ganar el cielo, ¡lo cual hiere y revienta tu orgullo, al no jactarte ni poder pagar tu salvación! Dios no acepta tus obras porque son un desprecio al costo que tuvo que pagar su Hijo para el perdón de tus pecados.


Eso no quiere decir que la salvación sea barata. A ti el Señor te la regala, pero a Él le contó un alto precio: Tuvo que hacer que su Hijo naciera de la Virgen María y que derramara en la cruz su preciosa y valiosa sangre y con ella limpiarnos del pecado, como está escrito: la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, (1 S.Juan 1. 7)  para que ahora tú, si así lo aceptas y lo crees, le pidas a Dios el perdón a través de su amado Hijo, el cual te recibirá con sus brazos abiertos, si lo haces.

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