sábado, 22 de enero de 2011

No temas: cree solamente

A todos nos abochorna que nos llamen cobardes, porque eso suena como muy humillante y despectivo. Por lo que, si tenemos un poco de tacto, evitaremos usar dicha palabra para no herir a nadie.  Pero tengo que reconocer, que alguna vez que otra, me he comportado como un cobarde y lo confieso con cierta vergüenza. Tal vez lo disimulé tan bien que nadie se dio cuenta, pero mi conciencia me lo reprocha… ¡Cuánto más Dios! Pero mi sonrojo llega al límite, cuando compruebo que no me enfrento a muchas cosas por falta de valor y valentía…

Pero la palabra de Dios, que es el espejo por medio del cual podemos ver nuestras faltas, también denuncia este pecado de la cobardía: Pero los cobardes… tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. (Apocalipsis 21. 8) Cobardía que tenemos todos los seres humanos, en mayor o en menor cantidad. Lo mismo da que sean políticos que religiosos, que ricos que pobres… a todos nos pilla, tanto a nivel material, como moral y espiritual. Veamos unos ejemplos:

1º.-) Sabemos de personas que tienen miedo a los fantasmas y que tiemblan como hojas de perejil cuando se toca el tema. ¡No es nada nuevo! Los apóstoles, como humanos que eran, no estuvieron exentos de tales temores, ya que cuando vieron a Jesús andando sobre el mar …se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma!, y dieron voces de miedo. (S.Mateo 14. 26)

2º.-) Los hay quien, por el temor a un religioso, o al gobierno de turno, no hacen lo que les gustaría hacer, traicionando así su conciencia. Este fue el caso de aquellos padres que fueron llamados a comparecer ante los principales de los judíos y que por temor a ser excomulgados no defendieron a su propio hijo diciendo: …pero como ve ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos nosotros tampoco lo sabemos. Esto dijeron sus padres porque tenían miedo de los judíos por cuanto los judíos habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. (S. Juan 9. 21-22)

3º.-) ¿Quién no teme perder el trabajo en los días actuales? La persona que antes solía sonarse fuerte las narices, ahora al quedarse sin trabajo, no es ni su sombra… Hoy sólo tiene interrogantes en su cabeza y ninguna solución. Se le terminaron las bromas y los chascarrillos… con todo, el Señor nos dice: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas  estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. (S.Mateo 6. 25- 34) Y,

4º.-) ¿Quién no teme morir? ¿Quién no se acobarda a tan fatídica realidad? Los discípulos de Jesús, ante una gran tempestad y viendo que su barca zozobraba y se inundaba de agua, despertaron a Jesús diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? (S.Mateo 8. 25-26)

Lo peor no es morir, sino lo que viene después… Ahí está el quid de la cuestión y el porqué vino Jesús a este mundo… Las Santas Escrituras nos lo siguen diciendo: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y de sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a esclavitud. (Hebreos 2. 14-15)

Así que, amado lector: No temas: cree solamente. (S. Lucas 8. 50)

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