sábado, 15 de enero de 2011

Cristo te ofrece su perdón


Cuando uno lee los Evangelios, se queda maravillado al ver cómo el Señor Jesús recibía con amor a todos los desvalidos, marginados y desechados de la sociedad. No hubo ni uno que viniera a Él que fuera rechazado, todos eran atendidos…

No todos acudieron en busca de salud física, también los hubo que vinieron a pedirle salud espiritual, como fue el caso de la mujer pecadora, María Magdalena, etc., las cuales fueron perdonadas.

En los Evangelios se narra el caso del endemoniado gadareno que era el terror en un círculo de diez ciudades… Andaba de día y de noche gritando. Tan virulento era que, cuando no podía hacer daño alguna persona, se lo hacía él mismo con piedras… Cuando conseguían cogerle, lo encadenaban con grillos de hierro y los desmenuzaba como si fuera estopa quemada. Nadie le podía dominar. Vivía en los sepulcros, así que, dichas ciudades convivían en un continuo pánico…

Con todo, dicho personaje tenía su pequeño corazón y por lo que es visto, en su interior, buscaba deshacerse de tanta maldad, pero no podía…  como les sucede a muchas personas que quieren quitarse la costumbre de fumar, o de beber, o de blasfemar; pero cuanto más lo intentan, peor les va. Y es que los vicios cuando se cogen, son ellos los que nos atrapan.

Cuentan los evangelistas, que el endemoniado en cuanto vio a Jesús de lejos, fue a su encuentro, viendo en Jesús su única esperanza; y desde los sepulcros corrió, y se arrodilló ante Él, y Cristo le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo porque somos muchos. …Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. …como dos mil. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. (S.Marcos 5. 1-20)

El endemoniado, llevaba sobre sí una carga tan grande de demonios, que eso explica el que rompiera las cadenas de hierro, pero a la vez no pudiera desprenderse de la cadena con la cual el diablo lo tenía aprisionado y que tanto le angustiaba. Mas acertadamente vino al Señor Jesús y Éste le liberó, para asombro de todos sus conciudadanos… Al instante dejó de ser el terror de esos contornos, porque …el que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, ahora estaba sentado, vestido y en su juicio cabal…

¿No te emociona, amado lector, dicho relato? Y a la vez, ¿no te anima a venir sin reservas de ninguna clase a Cristo en busca del perdón de todos tus pecados? Porque si pudo perdonar y salvar al endemoniado, ¿no lo podrá hacer contigo mucho mejor? Recuerda que el ladrón en la cruz, el que llamamos bueno rogó al Señor diciéndole: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Y Jesús le contestó: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso. (S.Lucas 23. 42-43) ¿Por qué no vienes tú también al Señor ahora?

El Señor no en vano a dicho: Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Y  …al que a Mí viene, no le echo fuera. …porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas… sino para salvarlas. (S.Mateo 11. 28; S.Juan 6. 37 y S.Lucas 9. 56)

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