sábado, 15 de enero de 2011

Lo que siempre recordamos

Así reza un refrán: Hazme cien obras buenas, y me olvidaré; pero no me hagas una mala que siempre la recordaré… Dándonos a entender, que una persona puede ser muy buena con nosotros, y un día por error o por equivocación nos hace un mal y automáticamente olvidamos todo el bien que nos hizo, para tener siempre presente el único mal que nos ocasionó… Así de ingratas somos las personas… No sabemos perdonar y menos olvidar, aunque tengamos mucho que agradecer…

No faltarán argumentos para justificarnos. Hay quien  dice: Yo le he perdonado, pero nunca olvidaré la faena que me hizo. Otras argumentan: Le perdono pero que no se cruce en mi camino, porque no respondo de mí. También las hay quienes afirman: Perdono pero donde esa persona esté, yo no me pararé…

A dichas personas quiero refrescarles la memoria con las palabras del Señor: Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, (no tú contra él) deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (S.Mateo 5. 23-24)

Este asunto es más serio de lo que pueda pensar el amado lector, y no es para echarlo a la papelera del olvido. El mismo Señor afirmó: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os personará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas… (S. Mateo 6. 14-15)

Espero que el amado lector recapacite y se haga un examen y perdone, si tiene algo que perdonar, y convencido que ha perdonado, ve al que te hizo el mal y háblale amigablemente sobre el problema que tiene contra ti. Si lo haces, notarás que la paz de Dios inundará tu corazón, algo que  estás echando de menos… Creo que vale la pena.

Cuando hayas dado ese paso, sigue cultivando esa buena amistad con tu ex-enemigo. ¡No te arrepentirás!

Generalmente somos rencorosos con los males que nos hacen, y olvidadizos con los favores;  en cambio el Señor no se olvida de cualquier insignificancia que hagamos con cualquiera. Él ha dicho: Cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa. (S. Marcos 9. 41)

En cambio Dios se olvida rápidamente de nuestros pecados, cuando le pedimos el perdón de los mismos. Su Palabra dice: …y nunca más me acordaré de tus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. (Hebreos 10. 17-18)

Sepa el amado lector que no podemos hacernos los olvidadizos de Dios y de su Palabra y seguir haciendo lo que nos venga en gana… porque para bien o para mal, Él nos lo hará recordar.

Si es para bien, te puede suceder como a S.Pedro cuando negó al Señor: Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente. (S. Mateo 26. 75), y Jesús le perdonó. Igual hará contigo si AHORA le pides perdón de tus pecados.

Si es para mal, te lo recordará, como le pasó al rico que en el lugar de tormento, pedía un poco de agua, y se le dijo: Hijo, ACUÉRDATE que recibiste tus bienes… (S.Lucas 16. 25), pero ya fue demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario