sábado, 15 de enero de 2011

Final de un año


En este mundo, nos guste o no, todo lo que tiene un principio, también tiene su final...  Así sucede con el día que amanece, con la semana que empieza, con el mes que se inicia, con el trabajo que emprendemos, con la casa que estrenamos, con el ser que nace…todo termina, todo muere… antes o después,  a todo le llega el final…

Si sólo miráramos la existencia desde ese ángulo fatalista, ¡que deprimente sería la vida!…

La vida que Dios nos permita vivir, con todos sus altos y sus bajos, debería servirnos para aprender sus lecciones a fin de no tropezar en la misma piedra y para no volver a repetir lo desagradable del pasado… Pero por desgracia los errores seguimos cometiéndolos y no aprendemos…

En estas fechas significativas, volvemos a decir con aire de felicidad a nuestros amigos: ¡Feliz y próspero año nuevo!, y, con cara de redoblados ánimos les decimos: ¡Año nuevo, vida nueva!… Como si de verdad pudiéramos  cambiar o borrar con un plumazo nuestras cuentas y vida pasada…

Es cierto que el año se está terminando y si el Señor lo permite, volveremos a disfrutar de otro año, porque la vida sigue. Tu vida y la mía no se inicia ahora, por lo tanto. un nuevo año no podrá cambiarla; pero llegará el día, que tú y yo, dejaremos este mundo, porque como decíamos al principio, todo tiene un final. Tu vida no se re novará como el año que termina y al segundo estrenamos otro… Por lo tanto es muy importante cada minuto y cada segundo de nuestra existencia, ya que una vez pasada, ya no la podemos recuperar ni con todo el oro del mundo. Por lo tanto: Te has preguntado: ¿Dónde pasarás la eternidad?

A sabiendas de correr el riesgo de ser catalogado como un engreído espiritual, te voy  decir donde la voy a pasar yo. Sincera y honestamente, te puedo asegurar, que la eternidad la pasaré con Cristo en el cielo, no porque yo sea tan bueno y tan santo, que como recompensa me gané esa dicha, ¡ni mucho menos!, era y sigo siendo un pecador como lo puede ser cualquiera. Si tengo la seguridad de ir al cielo ha sido y es, porque he creído y creo en las promesas de Dios. Te diré alguna de ellas. Pon atención en los verbos: De cierto, de cierto os digo: El que oye (o lee) mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (S.Juan 5.24)

El tiempo es oro, decimos. Con razón Moisés rogaba a Dios diciendo: Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. (Salmo 90. 12) Lee y relee dichos textos bíblicos y verás cuanta sabiduría encierran.

Pido a Dios por ti, para que al leerlos encuentres en ellos la seguridad de la salvación, como un servidor la halló al depositar mi confianza en lo que Dios a prometido: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (S.Juan 3. 16)

Amigo, aprovecha bien el tiempo que te queda y recuerda que Cristo dejó los cielos y se humanó en el vientre de la bienaventurada Virgen María para poder cargar con nuestros pecados en la cruz y así asegurarte la vida eterna, porque: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (S. Juan 5. 24) Es fin de año pero no es el final de tu vida. ¡Ven a Cristo y gózala con Él!

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